domingo, 30 de diciembre de 2012

2 0 1 3

Estrenamos nuevo año. 2013 se llama. Hijo del peor tiempo que ha padecido esta tierra desde hace más de 70 años. Son muchas las generaciones de españoles que están viviendo en sus carnes la tragedia del paro, la pobreza, el hambre y el deshaucio de sus casas. El gobierno anterior nos legó un país hecho trizas y el actual trata de arreglar el desaguisado recortando y ajustando gastos, creando nuevos impuestos que ahogan lentamente a la población ya de por sí mermada en su economía, y obligando a una aplastante austeridad que asusta al más pintado. La división social está servida. Nunca antes en tantos años había estado tan dividida esta sociedad nuestra. División…

Personalmente espero muy poco de 2013 como también esperé aún menos de 2012 y no me fallaron mucho los vaticinios. Este drama de la destrucción del tejido económico-social no podrá solucionarse en uno o dos años. Siempre se ha dicho que es mucho más fácil destruir que construir. No creo que 2013 traiga los ansiados brotes verdes, al menos para el español de a pie. La macroeconomía es otra cosa y los números gordos igual cambian un poco de ropa. Pero la cartera del español medio va a seguir sufriendo de lo lindo. Obviamente nos han robado la ilusión, el ánimo y hasta la esperanza de ser ciudadanos europeos en un país modélico en tantas cosas como ha sido España anteriormente. Sin embargo no podemos permitirnos dejar caer los brazos entregados a la desidia y la triste derrota.

Ahora, más que nunca, debemos luchar unidos para sacar esto adelante. Tanto que se habla de globalización y de barreras que van desapareciendo, es evidente que las soluciones pasan por globalizar esfuerzos a través de la unidad de comunidades y pueblos. Precisamente ahora no es el camino ir cada uno por su lado. ¿Qué son los Estados Unidos? 50 comunidades unidas desde hace más de 230 años que han conseguido lo que todos sabemos. Europa apuesta por una fórmula muy parecida aunque necesita ser depurada un poco más. Pero España está lejos aún de alcanzar ese modelo de recuperación que conduce necesariamente a la unidad de criterios y objetivos, a remar juntos en el mismo barco y en la misma dirección. Hoy ya no es posible avanzar sin asociarse, sin tener aliados y apoyos externos. Quien no entienda y asuma esto se quedará fuera del escenario. El mundo tiende a este comportamiento desde hace algunos años y lo hace a una velocidad cada vez mayor. El tren pasa y hay que subirse. Si queremos derrotar a la crisis debemos luchar contra las personas. La crisis no tiene brazos, piernas o cerebro, es decir, la crisis no existe como ente físico. La crisis es el resultado de la conducta de las personas y contra ellas va dirigida esta batalla. Hay que modificar actitudes y maneras de comportamiento social. Hay que cambiar la forma de gastar, de ahorrar, de gestionar y hasta de pensar en cómo funciona hoy un país dentro de una comunidad como la europea o la occidental si se quiere. No nos engañemos. Es hora de actuar pensando en el vecino como aliado siendo nosotros también aliados suyos. No hay otra. Internet y las Redes Sociales (RRSS) serán determinantes para el inmediato desarrollo de este mundo. El ritmo será vertiginoso y habrá que estar preparados para asimilar cambios y aprender nuevos modelos sociales. Adelante. Juntos podemos…


domingo, 16 de diciembre de 2012

Esperanza nuestra...

Igual que una muchacha macarena

cruzas el barrio, amor de tus amores,

como reina ideal -flor entre flores-;

como deidad espléndida y morena.



En tu divino rostro de azucena

los ojos dulces y acariciadores,

son cual negros abismos de dolores

plenos de azul resignación serena.



Por tus mágicas gracias soberanas,

entre todas las flores sevillanas

como la reina de las flores luces...



¡Inflamas de tu amor los corazones,

y en los labios florecen oraciones

con dejos de requiebros andaluces!


Pedro Alonso-Morgado


Nuestra Señora de la Esperanza. Basílica de la Macarena, (Sevilla).

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una breve idea sobre el relativismo

¿Tú y yo tenemos verdades distintas? ¿Tiene alguien derecho a imponerme sus valos? Conviene conocer el peligro de aceptar una tendencia que considera inexistentes las normas de conducta universales para todos los seres humanos.

Decía Robert Spaemann que: “Las condiciones de supervivencia de la humanidad no están sujetas a votación: son como son”.

Por tanto, ¿existen valores absolutos?

Cuenta Peter Kreeft que un día, durante una de sus clases de ética, un alumno le dijo que la moral era algo relativo y que él como profesor no tenía derecho a imponerle sus valores.

Bien –contestó Kreeft, para iniciar un debate sobre aquella cuestión–, voy a aplicar a la clase tus valores y no los míos. Tú dices que no hay valores absolutos, y que los valores morales son subjetivos y relativos. Como resulta que mis ideas personales son un tanto singulares en algunos aspectos, a partir de este momento voy a aplicar esta: todas las alumnas quedan suspendidas.

El alumno se quedó sorprendido y protestó diciendo que aquello no era justo.

Kreeft le argumentó: ¿Qué significa para ti ser justo? Porque si la justicia es sólo mi valor o tu valor, entonces no hay ninguna autoridad común a nosotros dos. Yo no tengo derecho a imponerte mi sentido de la justicia, pero tú tampoco puedes imponerme el tuyo...

Por tanto, sólo si hay un valor universal llamado justicia, que prevalezca sobre nosotros, puedes apelar a él para juzgar injusto que yo suspenda a todas las alumnas. Pero si no existieran valores absolutos y objetivos fuera de nosotros, sólo podrías decir que tus valores subjetivos son diferentes de los míos, y nada más.

Sin embargo –continuó Kreeft–, no dices que no te gusta lo que yo hago, sino que es injusto. O sea, que, cuando desciendes a la práctica, sí crees en los valores absolutos.

Podemos concluir, finalmente, que es necesario establecer un código referencial de valores universales absolutos y objetivos que nos permita regir nuestra convivencia de la forma más pacífica y equitativa posible.

Peter Kreeft

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Salve, María Inmaculada


Salve, Virgen floreciente;



salve, Madre siempre intacta;



salve, Reina de clemencia,



por estrellas coronada.



Más que los Ángeles todos



eres Tú pura y sin mancha,



y estás del Rey a la diestra



con vestidura dorada.



Oh, Tú, de la gracia Madre,



del reo dulce esperanza,



luciente Estrella del mar,



Refugio del que naufraga.



Oh, puerta del cielo abierta



por Ti que al enfermo sanas,



ver a nuestro Rey logremos



en la celestial morada. Amén.

(Himno de Completas extraído del Texto del Oficio de la Inmaculada Concepción)

María Santísima de la Concepción. Real Iglesia de San Antonio Abad (Sevilla).



domingo, 25 de noviembre de 2012

Microrrelatos (8): Dime tu nombre

Era una mañana de la vida como otra cualquiera, bien temprano, cuando el mundo despierta y descubre que el sol ha regresado. Se habían levantado de la cama juntos y habían vuelto a mirarse a los ojos sin atisbar nada nuevo. Todo era del mismo color que habían inventado años atrás y las cosas seguían en su sitio. Comenzaba un nuevo día de su existencia con la misma monotonía que les acosaba. Sin embargo, aquella mañana, de repente, algo distinto sucedió cuando se cruzaron en la penumbra del pasillo. Volvieron a mirarse, entonces lo vieron claro y se detuvieron asustados. No tuvieron más remedio que preguntarse por sus nombres.


sábado, 17 de noviembre de 2012

Amargura de María

Por noviembre, cuando la luz de nuestros ojos se hace mortecina y los primeros soplos de frío abrazan obedientes el aire del nuevo día. Por noviembre, cuando esta mujer de gracia llena nos revela su mirada perdida en enorme amargura que parece hablar y decirnos lo que ya está escrito en los altos muros de su casa:

“Ne vocetis me Noemi, sed vocate me Mara,
quia valde me amaritudine replevit Omnipotens."

No me llaméis más Noemí, llamadme Mará, porque el Todopoderoso me ha llenado en extremo de Amargura. 
(Del Libro de Rut.)

María Santísima de la Amargura, Hermandad de la Amargura (Sevilla)

domingo, 11 de noviembre de 2012

A Nuestro Padre Jesús de la Humildad (Cerro del Águila)

Es un Hombre inmenso soportando los travesaños de una Cruz Santa.

Es un joven galileo que carga en sus hombros con toda nuestra culpa.

Es la mansedumbre que atrona nuestros oídos sin apenas palabras.

Es una mirada plena de ternura y desconsuelo invadiendo su rostro lacerado.

Es el mayor de los desamparos y el más cruel de los abandonos conocidos.

Es el Hijo de una hermosa hebrea buscando el amor y la caricia de sus manos.

Es el Hombre, el Verbo, la Luz, la Verdad, la Palabra y el Pan de Vida.

Nuestro Padre Jesús de la Humildad,
Hermandad de El Cerro del Águila (Sevilla)

martes, 6 de noviembre de 2012

La inteligencia emocional

¿Qué sabemos de las emociones? Es más, ¿qué sabemos de nuestras emociones? ¿qué son las emociones? ¿dónde nacen? ¿cómo afectan al desarrollo de nuestra existencia?

Una vez superada esta batería de interrogantes, empecemos por el principio.

Las emociones son ese motor que nos empuja y nos mueve a todos para vivir, a querer estar vivos interaccionando con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos. Cumplen una serie de funciones como la defensa ante estímulos nocivos o aproximación a aquellos placenteros. Son las responsables de que nuestra respuesta ante cualquier estímulo sea polivalente y flexible, es decir, que podamos escoger la respuesta más útil y adecuada de un repertorio posible. Otra función que cumplen es la de mantener nuestra curiosidad y el interés por descubrir lo nuevo. También nos sirven para establecer vínculos comunicativos con los individuos de nuestro entorno. No hay que olvidar que el lenguaje emocional es un código muy primitivo que ha cohesionado familias, tribus y colectivos desde muy antiguo. También sirven para almacenar y evocar memorias de una manera más efectiva. Cualquier acontecimiento asociado a un episodio emocional es siempre mucho más fácil de recordar. Por último, las emociones y los sentimientos constituyen mecanismos que juegan un importante papel en el proceso de razonamiento, con lo cual podemos pensar que las emociones pueden ser consideradas los pilares básicos sobre los que se sostienen casi todas las funciones del cerebro. Se las puede considerar el único equipaje que traemos de fábrica al mundo: las emociones básicas y universales.


Ahora bien, las emociones suponen un motor vital de tanta fuerza y potencia, que se hace imprescindible ejercer cierto control sobre ellas con el fin de conocernos a nosotros mismos y poder relacionarnos adecuadamente con los demás. Y es que de la relación con los demás depende en gran medida la supervivencia del individuo. Por eso, alcanzar una inteligencia emocional pasa por adquirir ciertas habilidades sociales. Debemos ser capaces de saber qué alegra, entristece, conmueve o preocupa a quien está a nuestro lado. La empatía es un concepto clave en la tarea de entender a los demás. Se trata de la capacidad que tenemos para reconocer, comprender y conectar con las emociones ajenas, lo cual nos permite entender el punto de vista de los demás y la emoción desde la cual viven un suceso. Decía Ghandi que las tres cuartas partes de las miserias y malentendidos de este mundo se acabarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista.


Desde que se acuñara el término por primera vez en 1990, se define la inteligencia emocional como la habilidad para tomar conciencia de las emociones propias y las ajenas, y la capacidad para regularlas con el propósito de dirigir correctamente nuestros pensamientos y acciones. Para ello es necesario un ejercicio de autorregulación que conlleva alcanzar un equilibrio entre la impulsividad y la represión. Ninguno de los dos extremos es aconsejable e igualmente son perjudiciales. Pero para poder llegar a la autorregulación es preciso pasar antes por la toma de conciencia, es decir, llegar a ser conscientes de cuáles son las emociones que dominan y determinan nuestra existencia. Conciencia y regulación deberían ser consideradas competencias básicas de las personas.

La experiencia ya ha puesto de manifiesto los efectos positivos que puede tener la inteligencia emocional sobre la vida de las personas en aspectos como la ansiedad, el estrés, la indisciplina, comportamientos de riesgo, conflictos, etc, junto con un aumento de la tolerancia a la frustración y el bienestar emocional.


El proceso por el que una persona potencia las competencias que estamos tratando, se denomina educación emocional. Debe tener un carácter continuo, prolongado y eminentemente práctico. Pretende capacitar a la persona para adoptar una actitud positiva ante la vida con el fin de alcanzar un mayor equilibrio emocional. Hoy sabemos que la educación emocional debe empezar desde antes del nacimiento ya que se ha demostrado que el estado emocional de la madre puede afectar al feto. De hecho, el contexto familiar es una excelente oportunidad para el desarrollo de las competencias emocionales de cada uno de sus individuos. Sin embargo, también puede suceder que el resultado sea el contrario y surjan conflictos y emociones negativas que suponen un elevado coste en nuestra salud y en las relaciones interpersonales. Cuando nos encontramos con un sentimiento así, lo primero es tener conciencia de ello y aceptarlo. Luego habremos de aprender a gestionar adecuadamente la emoción para poder sentirnos mejor.

Por tanto, el desarrollo de la inteligencia emocional comienza en las primeras etapas de la educación del niño mediante programas educación emocional. Llega hasta la adolescencia que es un período para aprender a convertirse en adulto, no para convertirse en un adolescente con éxito. El diseño de los programas de educación emocional debe contar con la implicación y el apoyo de toda la comunidad educativa. Para ello es necesaria la formación previa del profesorado y la creación de planes de evaluación del programa concreto.


martes, 30 de octubre de 2012

Microrrelatos (7): Sin llegarse a rozar

Habían transcurrido muchos años desde la última vez. Demasiados, quizá, para pensar en otra cosa que no fuera una tímida y fugaz mirada. No había para más. Resultaba perturbador en aquel instante, volver la vista atrás, a un pasado huérfano de adioses y ternuras, pero no quedaban otras opciones. Ambos recordaban los días lejanos en que la complicidad les había unido más allá de la sincera amistad. Pocas veces en la vida surgen afectos y emociones parecidas a las que habían construido ellos en aquella época. Sin embargo, esta vez no lo pudieron evitar. Ella pasó por su lado y él por el de ella sin que se llegaran ni a rozar. Y en ese momento, sólo el profundo y aterrador silencio pudo ser testigo mudo de aquel funesto encuentro que les dejaba huella atroz.


lunes, 22 de octubre de 2012

Últimos datos sobre la psicopatía

Leyendo estos días el libro escrito por Eduardo Punset llamado "El alma está en el cerebro", me he encontrado con un capítulo dedicado a La mente del psicópata. Y dentro de él existe un epígrafe en el que trata los motivos que originan un cuadro de psicopatía. No se trata de un asunto baladí y tampoco es fácil de desmenuzar para su mejor comprensión.

Según refiere Punset, los seres humanos estamos preparados y capacitados para socializarnos y para vivir en sociedad, y por tanto podemos desarrollar una cultura. Para establecer las reglas del juego hemos creado una moral y una ética mediante la cual nos regimos y canalizamos nuestros sentimientos para fomentar ese potencial de solidaridad del género humano. Ahora bien, los psicópatas representan el lado más oscuro del ser humano puesto que estas personas, por las razones que sean, se revelan como depredadores del resto de la especie. Es una parte de la naturaleza humana que no tiene esa capacidad para desarrollarse en la dirección del bien, de la solidaridad o de la compasión. Por eso, precisamente, el psicópata es el ser humano más peligroso que existe. En la medida en que su ambiente le provea de las satisfacciones necesarias, puede estar integrado y no ser especialmente peligroso, puede que sus actividades y las relaciones que tenga le satisfagan. Pero, ¿qué ocurre si necesita algo que su ambiente no le proporciona? Entonces se convierte en un asesino, en un depredador: puede matar sistemáticamente, puede violar... Y si está integrado en estructuras de poder, puede utilizar su potencial para causar mucho mal.


Las psicopatías no aparecen tardíamente y de modo repentino, sino que comienzan a manifestarse cuando el individuo tiene pocos años y es un niño. El déficit de atención o la hiperactividad se han propuesto como indicios o indicadores de riesgo. Los malos tratos en la infancia generan problemas de cortisona: se produce un aumento de cortisona en la sangre y esta sustancia lesiona las neuronas. Un niño que ha sido maltratado antes de los 3 años tendrá seguramente más dificultad para controlar los impulsos cuando sea mayor. Lo interesante y lo problemático es que pueden existir determinadas lesiones neurológicas que incapaciten a un individuo concreto para aprender las normas, para relacionarse adecuadamente con los demás o para distinguir el sufrimiento ajeno. Pero no siempre se trata de lesiones cerebrales. A veces, puede ocurrir que el cerebro simplemente funciona de otro modo y no sabemos por qué.


Tradicionalmente la jurisprudencia del tribunal supremo ha considerado siempre que el psicópata era imputable, es decir, que el psicópata era responsable de sus actos, porque, de hecho, cuando el psicópata actúa y comete un hecho delictivo lo hace con pleno conocimiento y con plena voluntad. El psicópata sabe lo que hace y además es muy inteligente y sabe por qué lo hace. Esto lo diferencia del psicótico: el psicótico es el individuo que está fuera de sí, el individuo que ha perdido el sentido de la realidad. A las personas con enfermedades mentales y psicosis se les ofrecen otras vías, pero el psicópata generalmente es condenado porque se considera que actúa con pleno conocimiento y con plena voluntad. Sin embargo los jueces saben que los psicópatas son enfermos y por eso han llegado a dictar sentencias en donde se aplican atenuantes analógicas que rebajan algo la pena, es decir, permiten considerar que el psicópata es susceptible de un tratamiento. Y ahí radica el problema. ¿Verdaderamente se puede hacer algo con esas personas? Los jueces condenan a los psicópatas porque son un peligro. Las condenas se establecen para proteger a la sociedad. Si consideramos que los psicópatas son enfermos y abriéramos las cárceles se generaría una situación de inseguridad alarmante. Por esa razón los jueces tienen que considerar imputables a los psicópatas.


El psicópata es plenamente consciente de lo que hace. El psicótico, el enfermo de una psicosis, por el contrario, no es consciente. Un esquizofrénico pierde cualquier contacto con la realidad, no tiene sentido de la realidad y por tanto es incapaz de distinguir el bien del mal, lo que se debe y lo que no se debe hacer. El psicópata es completamente distinto. Sus actos demuestran, en primer lugar, que no le importa lo que hace y, en segundo lugar, sabe que lo que está haciendo es un delito, sabe que moralmente está equivocado, pero no le importa: la vida de los demás, simplemente, no le concierne.


Entendemos por enfermedad aquella dolencia sobre la cual no tenemos control. Por eso la esquizofrenia es una enfermedad. El psicópata es consciente y ésa es la razón por la cual resulta complejo considerarlo un enfermo. No podemos devolver la conciencia a quien no la tiene, ni podemos conseguir que un individuo que no conoce la compasión sea compasivo, ni podemos conseguir que un cerebro que no conoce la empatía pueda situarse en el lugar de los demás. Pero en los últimos años se están abriendo caminos interesantes en el tratamiento de la psicopatía, como por ejemplo la vía conductual y la vía farmacológica. Con ellas podemos mejorar la impulsividad, la irritabilidad, el comportamiento, la disciplina o la conducta, pero nunca podemos curar. Por tanto podemos concluir que la psicopatía tiene dos grandes componentes: uno relacionado con la personalidad básica y otro componente conductual. No podemos hacer nada o casi nada respecto a la personalidad básica, pero sí podemos hacer algo respecto al componente conductual. Podemos ayudarle a que se controle, podemos utilizar su pensamiento egocéntrico, egoísta y vanidoso a nuestro favor. La cuestión es convencerlo de que pueden irle mejor las cosas si cambia su conducta. No podemos conseguir que tenga compasión ni que tenga ningún interés en los demás, pero puede reconducirse su egoísmo. Se pretende convertir a la persona para que le interese egoístamente cumplir con la ley y no delinquir.


Respecto a las futuras generaciones, la prevención es esencial para evitar que haya sujetos que desarrollen ese potencial de violencia innata. La prevención de la psicopatía es importante, sobre todo, en la escuela. La escuela sirve para aprender, pero con frecuencia se utilizan métodos competitivos que conducen a perder los valores humanos. Quizá este hecho tenga alguna relación con el incremento de asesinos en serie en nuestra sociedad. El asesino en serie es la máxima expresión del psicópata. ¿Cómo se puede prevenir esto? Sobre todo se podría prevenir si en la escuela se enseñaran valores humanos como ser solidario, ser persona, no a ser el número uno ni a ser el mejor. Podríamos decir que la sociedad competitiva agrava la psicopatía. Una sociedad que exalta los valores de la psicopatía facilita que la tendencia a la psicopatía se desarrolle y tenga un mayor y mejor caldo de cultivo.


lunes, 15 de octubre de 2012

Distancias y tamaños en el Sistema Solar

El Sistema Solar es enorme. Tanto, que sus dimensiones escapan a la capacidad que posee nuestro cerebro para imaginar lo que significan números tan grandes. Decir que la Tierra se encuentra a más de 149 millones de kilómetros del Sol no basta para tener una idea de lo que realmente representa esa distancia. Cuando leemos que el Sol posee un diámetro de algo menos de un millón y medio de kilómetros, nuestra mente no alcanza a visualizar lo que ese tamaño significa. Las dimensiones del Sistema Solar son lo suficientemente impresionantes como para que resulte completamente imposible realizar una representación a escala e incluirla en una lámina de libro de texto: si lo hiciésemos, los planetas no serían visibles ni siquiera utilizando una lupa.


Para comprender mejor las distancias y tamaños implicados vamos a comparar los objetos más importantes del Sistema Solar con otros de uso cotidiano. Comenzaremos, como corresponde, con el par que más influye en nuestras vidas: la Tierra y el Sol. Sabemos que nuestro planeta posee un diámetro aproximado de 12.750 kilómetros, y que se encuentra a unos 150 mil millones de metros del Sol. Supongamos por un momento que la Tierra posee el tamaño aproximado de una pelota de tenis. En esta escala, el Sol sería una esfera de unos once metros de diámetro, que se encuentra a unos mil doscientos kilómetros de distancia. Ese es el desafío al que se enfrentan los encargados de ilustrar las dimensiones del Sistema Solar. Si seguimos haciendo cálculos manteniendo las distancias entre planetas y su tamaño en la misma escala del ejemplo anterior, volvemos a estar en problemas: si la Tierra se encontrase a mil doscientos kilómetros del Sol, Plutón estaría a unos cuarenta y siete mil y tendría el tamaño de una canica. Está claro que necesitamos una escala para las distancias, y otra, completamente diferente, para el diámetro de los cuerpos del Sistema Solar.

La escala de los cuerpos

Comencemos por el tamaño relativo de los cuerpos principales del sistema, asumiendo que la Tierra con sus 12.750 kilómetros de diámetro la podemos imaginar como una pelota de tenis de unos 10 centímetros de diámetro. En esta escala, el Sol (1.400.000.000 kilómetros de diámetro) sería la mencionada esfera de unos once metros de diámetro, Mercurio (4,800 kilómetros de diámetro) sería algo así como una pelota de golf y Venus (12,100 kilómetros de diámetro) no sería muy diferente a la pelota elegida para representar a nuestro planeta. Si seguimos avanzando hacia el exterior del Sistema Solar, nos encontramos con Marte y sus 6,800 kilómetros de diámetro. En nuestra escala tendría un diámetro de unos 5,3 centímetros.

Más allá de Marte se encuentra el denominado “cinturón de asteroides”, compuesto por algunos miles de millones de cuerpos rocosos de tamaños extremadamente variables. El más grande de todos ellos, que posee aproximadamente la tercera parte de toda la masa de ese cinturón es Ceres, que tiene un diámetro de 952 metros. En nuestra escala sería más o menos como un guisante. Más allá de Ceres se encuentra el planeta más grande de todos: Júpiter. Este gigante gaseoso tiene un impresionante diámetro de 143 mil kilómetros, solo unas 10 veces menos que el del Sol. Si la Tierra fuese una pelota de tenis, Júpiter sería una esfera de algo más de un metro de diámetro. El siguiente planeta que encontraríamos en nuestro viaje también es un gigante gaseoso, a pesar de que por lo majestuoso de sus anillos generalmente olvidamos su tamaño. Saturno tiene un diámetro de 115 mil kilómetros, y en nuestra escala sería una esfera de 90 centímetros de diámetro.

Urano y Neptuno, los dos planetas siguientes, también son gaseosos. Sus tamaños son bastante aproximados –51 mil y 49 mil quinientos kilómetros de diámetro respectivamente- pero más pequeños que los dos anteriores. En nuestra escala, serían esferas de 40 y 39 centímetros de diámetro, bastante más grandes que una pelota de baloncesto. En cuanto a Plutón, recientemente convertido en un “planeta menor” como Ceres, es un pequeñín de la mitad del diámetro de Mercurio (unos 2.390 kilómetros) y tendría en nuestro sistema ficticio el tamaño de una canica grande. Como puedes ver, es casi imposible dibujar en una misma página objetos con tamaños tan dispares manteniendo la escala. Y con las distancias ocurre exactamente lo mismo.


La escala de las distancias

Por comodidad, vamos a suponer que la distancia que separa la Tierra del Sol -unos 149.597.870.961 kilómetros son 100 metros. Eso convierte los 58 mil millones de kilómetros existentes entre Mercurio y nuestra estrella en sólo 38 metros. Venus, que en realidad está poco más de 108 millones de kilómetros del Sol se encontraría a unos 72 metros, y Marte -227 millones de kilómetros- estaría a unos 150 metros del Sol. A partir de aquí las distancias se incrementan rápidamente, lo que explica la relativa facilidad con la que las agencias espaciales han enviado misiones a los planetas mencionados y la prácticamente inexistencia de misiones al resto de los integrantes de nuestro sistema. Ceres, el gigante de los asteroides, se encontraría a unos 270 metros del Sol. Y Júpiter, que en realidad está a más de 778 millones de kilómetros de nuestra estrella, estaría a unos 520 metros.

El siguiente planeta, Saturno, se encontraría a 950 metros de distancia del Sol. Urano y Neptuno estarían a 1980 y 3100 metros respectivamente, y el frío Plutón a casi 4 kilómetros. Realmente, el Sistema Solar es un sitio enorme, difícil de apreciar en toda su magnitud. Pero así y todo, es prácticamente despreciable frente a las dimensiones de nuestra galaxia: en nuestra escala, Próxima Centauri -la estrella más cercana- se encuentra a 26 mil kilómetros de distancia. El centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, estaría a unos impresionantes 167 millones de kilómetros del Sistema Solar. Como se puede ver, la tarea de representar nuestro Sistema Solar en una lámina y con la escala correcta prácticamente carece de sentido.


martes, 2 de octubre de 2012

Desde la quietud del pensamiento

Fue un hombre bueno porque eligió ser un hombre bueno. Eso es lo que vengo oyendo desde que se nos marchara para siempre el verano pasado. Esa es la sentencia cuyo eco reposa en mi mente. Nunca se me habría ocurrido que llegara la triste ocasión de escribir estos renglones que nacen del grato recuerdo, el profundo respeto y la enorme admiración. Sin embargo, no es necesario que yo aporte nada para ensalzar sus numerosas cualidades como ser humano. Su espléndida bonhomía desbordaba y complacía a cualquiera que estuviera a su lado. Por eso su terrible ausencia deja a todos los que le conocimos un vacío inmenso que no acertamos a llenar. Porque no es posible pretender sustituir a alguien que tanto se dio a los demás, a una persona para quien la generosidad era una forma natural de vida. Él entendió desde muy joven esto que resulta tan difícil para la inmensa mayoría de nosotros: el secreto de esta existencia no reside tanto en preocuparse permanentemente por recibir de los demás sino en entregarse a ellos sin medida, sin esperar recibir nada a cambio. Esas eran su bandera, su estilo y sus maneras. Y fue también la valiosa enseñanza que nos dejó, de la cual deberíamos aprender para parecernos orgullosamente un poco a él.

Con estas premisas no tengo la menor duda de que lo estaban esperando en el cielo con las puertas abiertas de par en par para recibir a un alma generosa que pasó por este mundo haciendo el bien. Emprendió su último viaje haciendo el menor ruido posible, sin algarabías ni demasiados sufrimientos y molestias a los que tanto le querían. Allá en lo alto le habrán encomendado alguna importante tarea acorde con su calidad humana, y por eso habrá sido necesaria su ausencia aquí. No me caben otros consuelos. Con éste me resulta suficiente.

Hoy, desde la quietud del pensamiento en la noche cerrada del comienzo del otoño, vuelvo a darme cuenta de que cada vez que alguien muere habiendo ocupado un lugar destacado en nuestro tejido emocional, algo se marchita irremediablemente dentro de nosotros y es como si nuestro propio ocaso se acercara un poquito más. Porque es cierto que con él se han marchado muchas cosas para su familia y sus amigos. Ya nada será lo mismo y continuar será muy duro, pero no podemos permitir que eso sea razón ni argumento suficiente para abandonar la misión que se nos asigna cada día de nuestra existencia. Aquí y ahora, todo está por hacer y estoy seguro de que su voluntad sería que se hiciera sin excusas ni vacilaciones.

Transcurridos los días y las semanas con la lentitud propia de ese tiempo pasado que nunca deseamos que se aleje de nosotros por no separarnos aún más del ser querido, me hago plenamente consciente de lo afortunado que he sido al poder haber compartido amistad con una persona tan extraordinaria. Por eso quiero conservar su gratísimo recuerdo en mi memoria y no olvidar nunca sus bondades innatas, la sencillez que le caracterizaba y, en definitiva, su vida desenfadada procurando hacer más fácil y agradable la de todos aquellos que le rodeaban.

Su ejemplo, su nombre y su memoria quedarán siempre a buen recaudo mientras vivamos. Descansa en paz hasta volvernos a ver, buen amigo, descansa mecido por el delicado vaivén de las olas de tu playa querida. Un fuerte abrazo, allá dondequiera que estés...

sábado, 22 de septiembre de 2012

La vergüenza de hablar bien

Se me escapan las razones últimas por las que algunos prefieren hacerlo mal pudiendo hacerlo bien. No es cuestión de volvernos pedantes o empalagosos usando la lengua de Cervantes, pero tampoco se ha dicho que sea necesario involucionar hasta llegar a los gruñidos para entendernos como lo hacía nuestro antepasado Australopithecus porque esto resulte ser más cómodo. Si hemos evolucionado en tantos aspectos de nuestra sociedad (medicina, ingeniería, educación, alimentación, etc…) que permiten una mejor gestión de nuestras actividades, ¿por qué no aceptamos como herramienta útil, si no la más útil, la evolución de nuestro idioma para una mejor y más efectiva comunicación?

Soy de la opinión de que precisamente en la comunicación se halla un alto porcentaje del éxito posible de cualquier relación humana por muy compleja que pueda ser a priori. En la buena comunicación de las personas se encuentra el secreto de que las cosas funcionen adecuadamente. Y para comunicarse, el mensaje que enviamos a nuestro destinatario ha de ser el más correcto empleando los elementos lingüísticos necesarios y hasta los más precisos. No hay que escatimar en esfuerzos a la hora de expresar nuestras ideas lo más acertadamente posible a fin de que nuestro interlocutor sepa con la mayor certeza cuáles son nuestros pensamientos o nuestras inquietudes.


Siempre nos han enseñado que la lectura frecuente fomentaba nuestra capacidad lingüística y con ello nuestras posibilidades de expresarnos oralmente más y mejor. Sin embargo, me atrevo a añadir que también hace falta una actitud proactiva por parte del interesado por aumentar dicha capacidad. Es decir, debemos hacer pequeños esfuerzos diarios por expresarnos mejor, por encontrar en cada momento aquella palabra que mejor se ajuste al concepto que queremos comunicar. Lo he podido comprobar a lo largo de mi vida: cuanto más correctamente se expresa alguien, mejor le entienden los demás y mayor es la comunión de ideas. Sin embargo cuando el lenguaje empleado carece de sustantivos, verbos, adjetivos y pronombres adecuados, la comunicación es tan pobre que las personas llegan a no entenderse haciéndose desconocidos unos con otros porque llega un momento en que no saben bien qué y cómo piensa el otro y entonces los errores y malentendidos empiezan a surgir tan rápidamente como crece la mala hierba.


Algunas personas adolecen de una notable apatía del lenguaje o pereza por hablar mejor, por usar los sustantivos adecuados o los verbos que se refieren a la acción de la que hablan. Otras creen que hablar tan bien o preocuparse por ello no tiene la menor importancia porque creen poder comunicarse igualmente sin tanto esfuerzo:

-Bueno ya, pero tú me has entendido, ¿verdad?

-Sí, creo que te he entendido, pero podría haberte entendido mejor con muy poco esfuerzo más por tu parte. Por cierto, no soy yo quién debe hacer el esfuerzo por entenderte sino tú por explicarte para hacerte entender por mí.

En otras he observado lastimosamente hasta vergüenza por hablar bien permitiendo que su discurso se llenase de todo tipo de vulgarismos extempóreos, como si se vieran verdaderamente ridículos preguntando:

-Por favor, ¿te importaría acercarme la fuente de la ensalada de canónigos y endivias para servirme en el plato?

En vez de:

-Oye, dame el cacharro ese para echarme un de eso como se llame.

También he sido testigo de incómodas risitas y miradas sorprendidas frente a discursos muy correctos como si hubieran oído hablar a alguien petulante sacado de otra época pasada preocupado por algo que no les vale la pena a ellos. En fin, también sabemos de siempre que la ignorancia es muy osada y llega a cegar el raciocinio de las personas. He aquí uno de los males endémicos que enferman gravemente hoy día a nuestra sociedad: la ignorancia consentida.

Atrevámonos a hablar bien, al menos, a hacer el esfuerzo de hablar correctamente empleando los vocablos que mejor definen lo que pensamos y lo que queremos expresar a los demás. Seamos capaces de intentarlo, no perdamos la oportunidad de comunicarnos mejor, allá los que prefieran conformarse con la mediocridad. Si con el paso de los siglos hemos logrado alcanzar este hermoso lenguaje nuestro que se llama Castellano, usémoslo y saquemos de él todo el beneficio que podamos y, por supuesto, hagámonos merecedores de este antiguo y valioso legado.



sábado, 15 de septiembre de 2012

Exposición de pintura marina

Se está celebrando en Huelva una exposición de pintura muy particular desde el mes de junio hasta finales de septiembre con obras del pintor Enrique Romero Santana. El lugar elegido para que los visitantes se deleiten ha sido la antigua cochera del Puerto de Huelva, recién acabada de inaugurar después de una muy acertadísima obra de rehabilitación dirigida por el reconocido arquitecto D. José Ramón Moreno García. Situada dentro del Parque de Zafra y junto a la Avenida de Hispanoamérica, el edificio es muy apropiado para una exposición de estas características.

Denominada “Tránsito de la luz”, el motivo central de la exposición es el mar y la luz; la experiencia del autor frente al mar, netamente, sin más contemplaciones. La obra que se puede admirar representa diferentes escenas del mar, pero no un mar cualquiera, al contrario, un mar muy concreto fruto del recorrido vital de Romero Santana. Él mismo explicaba en una entrevista realizada para una emisora local de televisión, que sus cuadros reúnen una fusión de recuerdos del mar que disfrutó durante su infancia en la playa de su Lepe natal, La Antilla, con los más actuales contemplando el lago Míchigan desde la ciudad de Chicago en la que reside desde hace más de veinte años. Por eso, como bien explicaba, en el proceso de elaboración del cuadro comienza inspirándose en el lago Míchigan, pero poco a poco se van entremezclando sus recuerdos de la playa de La Antilla. En todo caso se puede comprobar que el resultado no puede ser más espectacular, reconfortante y hermoso. Estamos hablando de 46 obras de gran formato, pintadas entre los años 2002 y 2004, que recogen escenas muy realistas desde la más absoluta calma del mar en un amanecer hasta momentos de mar encrespado con fuerte oleaje. Penden del techo permitiendo que el visitante tenga la sensación de estar navegando entre ellos, de manera que la vista es muy impactante y cargada de sensaciones marinas siempre bienvenidas. Además, el visitante está acompañado en la sala por una selección de piezas musicales escogidas que permiten una atmósfera única con la que saborear mejor la muestra pictórica.

Definitivamente, muy recomendable esta impresionante exposición de la que dejamos una pequeña colección de imágenes tomada in situ. Esperamos volver a encontrarnos pronto con obras del pintor Enrique Romero Santana.











viernes, 7 de septiembre de 2012

Microrrelatos (6): Un final cualquiera...

Contemplar la vida con la privilegiada perspectiva que otorga ser testigo del imperturbable paso del tiempo, es algo al alcance de tan pocos... Se hizo consciente de ello después de leer la nota que contenía aquel sobre blanco. Ahora disponía de los días necesarios para hacer el resto de las cosas. No sabía cuál de ellos sería el último, y por eso se entregó convencido a la tarea, asido al amor de los suyos antes de que su mundo se apagara, antes de que la brisa marina se le escapara. Para ello sólo hacía falta un final cualquiera, y sabía que, muy pronto, éste se presentaría…


miércoles, 29 de agosto de 2012

La Estación Espacial Internacional (ISS)

Respondiendo a las peticiones de varios amigos y seguidores del blog, recupero la información que publicamos en su día relativa a la Estación Espacial Internacional (ISS). Este verano, hemos podido disfrutar observando su tránsito por el cielo prácticamente todas las noches. Se trata de un espectáculo muy particular por lo que significa que esté ahí girando sobre nosotros. No se trata de una nave más o menos definida surcando poderosamente los cielos nocturnos. No es eso. Lo importante cuando observamos la ISS es pensar que se trata de la mayor estructura habitada de uso internacional conjunto destinada al estudio e investigación espaciales que contribuyen al avance de la tecnología espacial. En el proyecto participan cinco agencias del espacio: la NASA, la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial Europea (ESA). Está considerada como uno de los logros más grandes de la ingeniería. Gracias a este proyecto tenemos un lugar permanente en el espacio para desarrollar proyectos científicos que aquí en la Tierra no se pueden llevar a cabo. La Estación tiene un peso de 450 toneladas y describe su órbita a una velocidad de unos 29.000 km/h y a una altura que oscila entre los 360 km y los 400 km, según la fricción atmosférica, lo que nos da una órbita cada 92 minutos aproximadamente y un total de casi 16 diarias. Tampoco hay que olvidar que en ese gran punto brillante habitan seres humanos ya que permite una tripulación máxima de seis miembros. Actualmente se encuentran dentro de ella el comandante norteamericano Michael Barrat, un ruso ingeniero de vuelo, Gennady Padalka, y un astronauta japonés, Koichi Wakata.

Durante el mes de agosto estamos disfrutando de numerosos pases visibles de la ISS por encima de la península con duraciones que han llegado a rebasar los seis minutos y verdaderamente es muy llamativo verla pasar. Se trata del segundo objeto más brillante de la noche después de la Luna alcanzando magnitudes en torno a -3.5. Ya decimos que no se puede ver una nave espacial en la distancia, sino un punto brillante de luz que se traslada por el espacio, aunque con unos buenos prismáticos de, al menos, 10 aumentos puede llegar a apreciarse algunas partes estructurales. No es recomendable verla con telescopio por la velocidad a la que se desplaza. Merece la pena buscarla en el cielo y reflexionar al paso de su luz.

Estación Espacial Internacional (ISS) sobre la Tierra.

viernes, 24 de agosto de 2012

Eventos astronómicos del mes de agosto (y 3)

Para acabar con los eventos astronómicos de agosto, retomamos los pases destacados de la Estación Espacial Internacional (ISS).

Dentro de esta segunda quincena del mes de agosto en la que nos hallamos, la noche del día 26 se dejará ver desde las 22:12:51 hasta las 22:17:46, es decir, durante casi cinco minutos. Tendrá un brillo excepcional con una magnitud de -3.3. Esa misma noche Júpiter tendrá un brillo de -2.3, Marte de 0.8 y Saturno de 0.8, con lo cual la ISS volverá a ser el objeto más brillante del cielo nocturno a excepción de la Luna (-12.4). Habrá que dirigir la vista a media altura hacia el NW progresando al NNE y acabando en el SE.

Que disfruten…

Nota aclaratoria: los datos referidos corresponden al sur de la provincia de Huelva. Para cualquier otra localización geográfica los datos pueden variar notablemente.

Estación Espacial Internacional sobrevolando la Tierra.