Era joven. Con enormes ganas de vivir y recorrer el mundo. Sin
embargo todo eso parecía encontrarse más lejos que nunca. Su tiempo pasaba muy
despacio y eso le permitía darse cuenta mejor de las cosas que pasaban a su
alrededor. Podía fijarse más tiempo de lo normal en los sucesos cotidianos y
luego sacaba conclusiones mucho más ajustadas a la realidad de los hechos. Sin
embargo, era justamente el tiempo el que le acosaba sin descanso, día y noche.
Todos los días tenía esa y otras luchas permanentes que eran las que
precisamente le mantenían vivo. Pero también le robaban lentamente el ánimo.
Nada parecía cambiar. El torbellino no cesaba y él estaba dentro sin poder
salir.
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