lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad de 2013

"Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre."

Lc 2, 11-12

Feliz Navidad de 2013
Sagrada Familia en la Real Iglesia de San Antonio Abad (Sevilla).

lunes, 16 de diciembre de 2013

El hijo del enterrador

El Asilo del Port, ubicado entre el puerto y la falda de la montaña de Montjuich, era una institución que formaba parte de la red de Beneficencia Infantil de Barcelona, adonde iban a parar los niños huérfanos o aquellos delicados de salud cuyas familias no podían procurarles las atenciones necesarias. “El hijo del enterrador” cuenta una historia real, la de Jordi Guardiola Dumé, que a finales de la década de los cincuenta sobrevivió a su internamiento durante tres años en el Asilo del Port. El libro se desarrolla a través de la mirada de Jordi, un niño de ocho años, enfermizo y débil, que traba una amistad fraternal con otros dos chicos del internado: Eloy y Ricardo.

Jordi es hoy un hombre de sesenta y dos años que no ha podido arrinconar aquel imborrable periodo de su vida, ni ha querido enterrar el recuerdo de esa especie de familia que formaron los tres niños, quienes al igual que tres hermanos se confabularon cuando hizo falta, se consolaron en los momentos de desesperanza, y aprendieron juntos a reírse de ellos mismos y a ser felices pese a tenerlo todo en contra. Sus recuerdos novelados conforman esta historia, que es también un retrato de la Barcelona de la década de los cincuenta, una ciudad en la que no era fácil sobrevivir para las clases trabajadoras más desfavorecidas.

José Luis Romero ofrece un relato duro pero entrañable. Son las primeras palabras que se me vienen a la cabeza haciendo balance después de haber leído este libro hace muy pocos días. De la mano de nuestros protagonistas el lector será testigo de la rivalidad, abuso y maltrato de los más grandes y fuertes hacia los más pequeños, y del apuro de los tres chicos para escapar a todas esas dificultades. Como hemos dicho, es una novela dura pero a la vez cordial que nos muestra la cara menos amable de la relación de los chicos con las severas Esclavas del Corazón de María, orden religiosa que tutelaba el Asilo con una férrea disciplina. En definitiva, se trata de una cruda historia de niños junto a sus familias tratando de salir adelante con lo poco que había. A nadie puede dejar indiferente porque esa era la realidad –sin elemento alguno de ficción- y así fue como sucedieron las cosas en aquellos días. 


sábado, 7 de diciembre de 2013

Octava de la Inmaculada

Salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida por Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción: así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que por la gracia de Dios has sido elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre. 


Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano. Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. No me dejéis, pues, a mí tampoco, porque si me dejáis me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a vos, antes bien, cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción. Amén.

María Stma. de la Concepción en su anual besamano.
Archicofradía de Jesús Nazareno. (Sevilla). 


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historias de Nueva York

“Dicen que cuando en Nueva York son las tres de la tarde, en Europa son las nueve de la tarde de diez años antes.”

Así comienza Enric González este volumen, editado en 2006, en el que nos cuenta su experiencia transcurrida en Nueva York junto a tres buenos amigos durante la pasada década en que estuvo destinado como periodista de un diario nacional en la Gran Manzana. Está aderezada generosamente con apuntes sobre la historia y la evolución de la ciudad, los personajes que la configuraron, sus calles, sus edificios, sus museos, sus plazas y parques, etc. Resulta un libro interesante para todos aquellos amantes de la ciudad de los rascacielos e incluso para aquellos que quieran empezar a conocerla.

En “Historias de Nueva York” podemos encontrar un mosaico variopinto de personajes y acontecimientos que configuran el engranaje que hace funcionar a la gran ciudad durante las 24 horas hasta el punto de que se dice de ella que nunca duerme. Pero también encontraremos aquellas pequeñas cosas o aquellos pequeños aspectos que pasan siempre desapercibidos para la inmensa mayoría pero que la convierten en un lugar tan especial para el mundo entero. Esos detalles de su historia y de sus pobladores que han ido decantando a lo largo de los años un poso con cierta solera que al fin y al cabo vuelve irresistible la ciudad para muchos.

Casi todo Nueva York se puede encontrar aquí, ahora que está tan de moda y es tan barato saltar el océano. Si a uno le gusta esta parte del mundo puede leer este libro con confianza. Seguro que hallará buenos ratos de lectura aprendiendo más de Nueva York. 



sábado, 16 de noviembre de 2013

La vida cuando era nuestra

Acaba de salir al mercado y la he terminado de leer hace muy pocos días. Sólo el título y su portada son suficientemente sugerentes y atractivos como para prestarle la merecida atención y darse cuenta de inmediato de que el contenido es verdaderamente original y cautivador.

Marian Izaguirre, bilbaína de nacimiento, nos propone una novela que se desarrolla en el Madrid de la posguerra, recién comenzada la década de los 50. Los principales personajes son, por un lado, Lola y Matías, y por otro, Alice. Dos mujeres que se conocen reuniendo con su amistad mundos tan distantes como dispares, y un hombre que permanece al margen de ello. Una librería encantadora, acogedora, cuartel de supervivencia; y también una historia increíble contada en renglones escritos por alguien con alma y sentido. Con una gran dosis de genialidad, Izaguirre trata de conjugar y hacer convivir en un mismo volumen dos tiempos narrativos distintos y verdaderos, separados en el tiempo y el espacio, entre Madrid, París y Londres. Es un relato de la difícil y dura vida que les tocaba a algunos en aquella época mientras trataban de sobrevivir asidos a la amistad, la esperanza, el esfuerzo y la paciencia. Hay lugar para el amor, para el encuentro entre unos y otros, y también para la pérdida irremediable.


Nos encontramos ante un libro que se lee con sorprendente facilidad una vez nos atrapa el carácter de sus protagonistas capaces de despertar la curiosidad y la comodidad del lector mientras pasa las páginas. Y por si fuera poco, además, podremos encontrar frases lapidarias que invitan a la seria y profunda reflexión. Es una sencilla y hermosa novela sobre la vida misma en tiempos pasados, quizá no tan pasados, -todo termina repitiéndose alguna vez- que se lee con mucha avidez y que deja un agradable regusto a cálida añoranza.



viernes, 8 de noviembre de 2013

El niño del pijama de rayas

John Boyne, escritor irlandés, nos sorprende con esta novela, publicada en 2006 y adaptada al cine en 2008. Hasta la fecha ha sido traducida a más de 40 idiomas con más de 5 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Pasados siete años dedico unas líneas a esta obra de reducida extensión que se fija en un periodo de la historia más que tratado a estas alturas de la vida. En este libro encontramos uno de los escenarios más sobrecogedores, si no el que más, que el hombre ha creado y conocido a lo largo de su existencia, observado desde el punto de vista novedoso, a todas luces, de un niño, Bruno. Este es el relato que nos habla de Bruno y su familia en la Alemania nazi, de cómo se desarrolla la vida para ellos y de cómo Bruno encuentra a su amigo Shmuel con quién conocerá horizontes insospechados.

A pesar de que el texto está escrito desde el conocimiento que va adquiriendo Bruno conforme descubre asombrado el mundo que le rodea a través de las respuestas que ingenuamente encuentra para las preguntas que se formula constantemente, no creo que este libro pueda clasificarse dentro del apartado de literatura infantil para niños a partir de 13 años como he observado en algún sitio. No creo que sea precisamente lectura recomendable para jóvenes, al menos, para menores de unos 18 años. Se trata de una obra que nos acerca a unos acontecimientos históricos de extrema dureza que necesitan una explicación convincente para adultos, cuánto más para niños y adolescentes.

Con todo, no deja de ser un libro interesante de leer porque nunca antes se había tratado el asunto desde la inocencia de los ojos de un niño. De su mano vendrán los inefables valores de la amistad, la lealtad y, por supuesto, la humanidad. Y frente a ellos, desgraciadamente, todas sus antítesis. Es por eso mismo que quien lea este libro debe, al menos, procurar no dejar pasar por alto esta circunstancia y apreciar en su medida el valor de estas cualidades del ser humano. Lectura rápida y muy provechosa a buen seguro.  


viernes, 1 de noviembre de 2013

El jesuita

En los últimos tiempos el nombramiento de un nuevo Vicario de Cristo en la Tierra trae como consecuencia un aluvión, más o menos abundante, de títulos que ocupan gran parte de los escaparates de las librerías. Está claro que, a pesar de que no corran precisamente los mejores tiempos para la Iglesia en este país que se hace llamar desarrollado, laico y tolerante, los editores no tienen más remedio que aprovechar la coyuntura y sacar tajada del mercado aunque sea con la excusa de la aparición de un nuevo representante de Cristo en la faz que lo vio nacer hace 2.013 años. Es el caso, por supuesto, como no podía ser de otra manera, de nuestro nuevo Papa Francisco. Para esta ocasión el trabajo que vamos a comentar es el que se ha denominado “El jesuita”. 

Es un libro biográfico sobre el cardenal Jorge Bergoglio, más tarde Papa Francisco. Escrito por los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti en 2010, es su única biografía publicada antes de su elección como Papa. Tras su nombramiento como Pontífice en 2013, el libro fue vuelto a publicar la pasada primavera, transformándose en esta ocasión en un best-seller.


En 2005 fue el Cardenal más votado después de Joseph Ratzinger en la elección que consagró al purpurado alemán como Benedicto XVI. Nunca antes un latinoamericano había cosechado tanta cantidad de votos en un cónclave y constituido en una figura tan descollante de la Iglesia Católica en la región y en el mundo. Con prólogo del Rabino Abraham Skorka, puede considerarse una biografía autorizada, resultado de numerosos escritos y diversas entrevistas realizadas durante año y medio en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires al entonces Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. 

En ellas hacen un repaso de toda la actualidad, no sólo acerca de cuestiones religiosas, sino también sobre aquellas vinculadas al devenir de un país y un mundo turbulento como el que nos toca hoy tan de cerca, a través de las opiniones del Cardenal. Así mismo quedan al descubierto aspectos de su personalidad y aun de sus más profundos pensamientos, en buena medida desconocidos por la sociedad. Hasta puede decirse que su figura está rodeada de cierto hálito de misterio. En todo caso, con la lectura de este volumen se logra conocer más y mejor a este hombre de Dios destinado a regir los destinos de su Iglesia. De lectura fácil por la variedad de asuntos que trata en clave de diálogo, resulta recomendable si se quiere entender y apreciar mejor la figura del actual sucesor de Pedro.


miércoles, 23 de octubre de 2013

Microrrelatos (13): De otro siglo

Caminaba con dificultad apoyado en un recio bastón de madera. Era hombre de gran corpulencia. No nos conocíamos. Me saludó amable con un sencillo "buenos días" al quedar a mi lado esperando la llegada del ascensor como hacía yo. Cuando las puertas se abrieron decliné el paso que me cedía y le ofrecí que accediera antes que yo. Pregunté y supe que iba a la primera planta, mientras que yo continuaría hasta la cuarta. Pasados unos segundos las puertas volvieron a abrirse en su destino, inició su arduo caminar y se despidió de mí:

-Que haya mejoría. -me dijo con tono inequívocamente cordial.

-Muchas gracias, igualmente. -contesté desconcertado.

Quedé mudo, lo reconozco. Acababa de vivir una escena con sabor de otra época, de otra década, incluso de otro siglo. De esas que ya son tan escasas.


miércoles, 16 de octubre de 2013

La mujer que llegó del mar

En el mes de julio de este año ha visto la luz la primera edición de la novela “La mujer que llegó del mar.” Escrita por Mercedes Guerrero, supone para esta cordobesa de Aguilar de la Frontera, el tercer título que lanza al mercado. Se trata de una historia que no nos puede dejar indiferentes. Ambientada principalmente en la Segunda Guerra, irá recorriendo el siglo XX en escenarios como Alemania, Holanda e Irlanda. Narra la singular historia de Martin y Amanda entrelazada con la no menos increíble de Eva y su familia a través de los desmanes ocurridos en aquel conflicto contra el pueblo judío.

Relato impresionante lleno de sufrimiento, brutalidad, desamparo y dolor, con escenas duras, no vamos a negarlo, pero también encontramos amor, lealtad, coraje, supervivencia, esperanza, fuerza y tenacidad. Creo que es una historia muy bien contada por estar adecuadamente estructurada y documentada. Es exquisito el trato que Mercedes Guerrero da al lenguaje, y la forma de ir desgranando los elementos que configuran la trama es magistral. Aderezado con una buena dosis de misterio e intriga, resulta tan interesante que atrapa al lector desde la primera página y le mantiene en vilo hasta el final. Es de esos libros que cuando se terminan, le queda a uno un sentimiento de orfandad inmenso. Personalmente, me ha dejado muy gratamente impactado esta historia que nos trae humanismo a la enésima potencia en tiempos de verdadera necesidad. Una joya literaria recomendable, libro muy recomendable.   

   

miércoles, 9 de octubre de 2013

Microrrelatos (12): Cierro los ojos

Estoy sentado dentro con mis recuerdos e ilusiones. Me espera la fiesta en la tierra del alma. La familia y los amigos aguardan mi llegada.

El mundo pasa a mi lado velozmente viajando en sentido contrario. A través de la ventana los tonos del paisaje se van haciendo más verdes, más frescos, más míos. Estamos cerca.

Velocidad, sube la velocidad. Viene otra curva. Estamos llegando.

Ahora es una curva enorme. Cae una maleta. Me voy inclinando y pierdo la vertical. Esto no se sostiene. Nos caemos.

Ruido y crujido gigantescos.
Se apaga la luz.
Impacto brutal.
Cierro los ojos.
Estoy solo.


Silencio.


jueves, 25 de julio de 2013

Son ángeles, y vienen desde el cielo

Creo que he leído y escuchado lo suficiente sobre ellos. Posiblemente no todo sea verdad, pero tampoco todo puede ser mentira. Me han llamado la atención desde siempre y pienso que al final algo queda, algo permanece porque algo de verdad tienen.

Dicen que cuesta mucho verlos porque son inmateriales. Dicen que es imposible reconocerlos porque no se dejan ver y procuran ocultarse a nuestros ojos. Dicen que son criaturas puras celestiales escogidas por Dios encargadas de velar por la vida de los hombres. Nos asisten sin que lo sepamos, sin que apenas nos demos cuenta. Muchas veces ha ocurrido cuando decimos con tanta seguridad, que nos hemos salvado milagrosamente de un accidente o un suceso fatal. Existen, estoy seguro de que existen a pesar de que no podamos verlos. Y aún así, tampoco creo que sea absolutamente imposible que adopten alguna forma visible para nosotros. No tiene por qué ser así. Alguna manera tiene que haber de poder ser conscientes de tener uno cerca e incluso tocarlo, percibir su presencia.

Si son criaturas tan concretas y especiales, cabe pensar que si alguna vez se manifiestan entre nosotros lo hacen a través de seres muy concretos y especiales. En la Tierra también existen estas figuras. Cada día las vemos sin saber que pueden ser ángeles disfrazados o ángeles enmascarados. ¿Qué seres más especiales y maravillosos pueden existir sino aquellos a los que la voluntad de Dios ha escogido para que no sean exactamente como la inmensa mayoría del resto de los mortales? ¿Quiénes sino aquellos a los que les está impedido pasar por el mundo sin apenas saborear las mieles o las hieles de esta vida?


¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Cómo encontrarlos?

No están tan lejos.

Los ves cuando te saludan dibujando su mejor sonrisa solicitando con sus ojos que te acerques y les tiendas una mano que les permita el fugaz deseo de ser más personas, como lo eres tú.

Los ves cuando cruzan sentaditos en una silla de ruedas que es inconmensurable e incomparable trono dorado de humildad y sabiduría y compruebas que su mundo está tan distante del tuyo, o el tuyo tan distante aún del suyo.

Los ves cuando atraviesan el interminable pasillo de un hospital con lento y torpe caminar que es casi una hazaña que logren sostenerse mientras te observan como si adivinaran en extremo cada uno de tus pensamientos.

Yo los he visto en la Madrugada Santa de Dios cuando acompaño ensimismado a mi Dulcísimo Jesús Nazareno y a mi Virgen de la Concepción Inmaculada y entonces el alma se sublima, se encoge y se conmueve hasta quedar henchida de amor, piedad y cariño infinitos por ellos. Es entonces cuando esa noche incomparable de todo punto cobra para mí, irrefutablemente, todo su verdadero sentido.

Hace muchos años reflexioné muy detenidamente acerca de estas bellas personas que se cruzaban en mi vida de forma impactante, inesperada y hasta dolorosa. Llegué entonces a la firme e inequívoca conclusión de que sólo podían ser ángeles del cielo.

¡¡Sólo podían ser ángeles del cielo!!

Ángeles enviados desde el mismo cielo. Hermosos e inmaculados ángeles revestidos de la más pura inocencia y de la más elocuente humildad. Ángeles poderosos, mensajeros adelantados de Dios para que los hombres se detengan en medio de la vorágine en que han convertido sus vidas y abran por fin sus ojos y sus oídos para ver y escuchar lo que buscan como locos sin saberlo encontrar. Desde entonces, cada vez que los vuelvo a ver, cada vez que encuentro alguno de ellos en mi camino, me convenzo aún más, si cabe. Definitivamente son verdaderos ángeles del cielo. ¿Qué pueden ser, si no, estas personas amorosas para formar parte del plan de la creación de Dios? Representan un bajísimo porcentaje de nuestra población, viven semiocultos bajo apariencia inocente y humilde. Su existencia es breve. Son inofensivos porque carecen de toda tendencia al mal. Están exentos de toda culpa, nadie puede responsabilizarlos de nada y sin embargo son capaces de estremecernos el sentido y causarnos los más diversos y nobles sentimientos. Pueden hacer saltar nuestros más recónditos resortes emocionales porque nos ofrecen un mensaje poco frecuente y casi anómalo en los tiempos que corren. Sólo pueden ser ángeles porque es la más hermosa y acertada voluntad de Dios para hacerles llegar hasta la Tierra a contarnos cosas a los mortales. Es una forma de acercarse a nosotros para enviarnos mensajes que debemos aceptar y leer. Si no lo hacemos, perdemos la gran oportunidad de crecer espiritualmente y aproximarnos a Dios y a su amor. Es una vía alternativa para entender un poco más y mejor el amor inmenso de Dios, la indescifrable grandeza inabarcable de la misericordia de Dios.


No todo el mundo puede verlos. No a todo el mundo le interesa verlos. No todo el mundo cree en ellos.

Si cuando tus ojos los ven, se estremece -mezcla de afecto, ternura y compasión- hasta el último de los átomos que te constituyen desde la piel a las mismas médulas, entonces podrías reconocerlos.

Si, cuando se cruzan ante ti, tu mente se deshace en miles de lacerantes preguntas cuestionándose por qué la vida se ha fijado en ellos y no en ti, o por qué Dios quiere que suceda así con ellos y no contigo, entonces podrías reconocerlos.

Si en su presencia puedes sentir tan viva tu humanidad latiendo con cada latido de tu corazón y percibes como un leve atisbo de vergüenza por no saber arrodillarte ante ellos en señal de profundo y reverente respeto, entonces podrías reconocerlos.

Si notas que el tiempo fluye más despacio a tu alrededor y que casi te falta la respiración en el pecho porque les darías todo tu tiempo y todo tu aire con sólo apretarles con fuerza la mano, entonces podrías reconocerlos.

Y si quieres, la próxima vez que tengas ocasión, acuérdate y haz por fijarte pensándolo detenidamente. Son ellos, están ahí y han venido a vernos. Son ángeles, y vienen desde el cielo.

martes, 2 de julio de 2013

Pedro Alonso-Morgado

Pedro Alonso-Morgado Tallafer fue un poeta que nació en Sevilla el 22 de diciembre de 1888. Llegó a ser redactor jefe de “El Correo de Andalucía” y, con posterioridad, fue nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Socio y asiduo concurrente del Ateneo, estuvo relacionado estrechamente con el ambiente literario de aquella época. En 1922 fijó su residencia en La Palma del Condado, donde contrajo matrimonio con Doña Teresa Díaz Romero, con la que tuvo cuatro hijos. Allí simultaneó su cargo de Secretario de aquel Ayuntamiento con el ejercicio de la abogacía. El 2 de noviembre de 1962 fallecía en La Palma del Condado.

Dejamos una muestra de su obra en este hermoso poema:


Oración junto al mar


Por la pureza azul de la mañana

luminosa y serena;


por la blanca sonrisa de la vela lejana;


por el mar recostado en la arena;



por la paz transparente del paraje

rubio de sol y azul de mar y cielo;


por el dulce vaivén del oleaje


que avanza y torna en imposible anhelo;



por esta augusta calma

con que mi espíritu recreas;

por el vigor del cuerpo; por la quietud del alma;

Señor, bendito seas!...


Pedro Alonso-Morgado


jueves, 13 de junio de 2013

Cuando fuiste Pastora...

¿Qué te pudiera contar yo, Madre mía?

¿Qué te pudiera contar que no vieras tú

manifiesto en mis pobres ojos al rezarte,

cuando fuiste Pastora de nuestras almas?


¡Cuando fuiste Pastora hermosa, Madre mía,

Pastora de las marismas, Pastora soberana!
 


   
 




martes, 4 de junio de 2013

Microrrelatos (11): Con las notas de un violín

La puerta de la casa se acababa de cerrar detrás de él. Volvía de la calle cargado de emociones encontradas, sin orden ni concierto. De repente sus oídos la percibieron. Sonaba la melodía que tanto le gustaba, la que más le conmovía, estuviese donde estuviese. Se quedó parado en el vestíbulo, como petrificado y hechizado por la cadencia de la música. Y entonces se le escaparon en tropel aquellas emociones convertidas en lágrimas puras nacidas de los abismos más consumidos de su ser. Sólo habían hecho falta las notas pärtianas de un violín. Tanta delicadeza y tanta calma por encima de semejante grosería y tumulto.  


lunes, 27 de mayo de 2013

José María Pemán

José María Pemán y Pemartín, nació en Cádiz en el año de 1897. Novelista, poeta, dramaturgo, guionista, ensayista, escritor, articulista y orador español que se significó por su conservadurismo católico. Cultivador de todos los géneros literarios, destacó por su teatro poético y sus comedias de ambiente andaluz. Su tradicionalismo religioso y sus convicciones monárquicas lo convirtieron en representante de los sectores conservadores. Falleció también en Cádiz en 1981.

Dejamos una hermosa muestra de su obra en este poema:


Yo sé que estás conmigo

Yo sé que estás conmigo, porque todas

las cosas se me han vuelto claridad:

porque tengo la sed y el agua juntas

en el jardín de mi sereno afán.


Yo sé que estás conmigo, porque he visto

en las cosas tu sombra, que es la paz;

y se me han aclarado las razones

de los hechos humildes, y el andar

por el camino blanco se me ha hecho

un ejercicio de felicidad.


No he sido arrebatado sobre nubes

ni he sentido tu voz, ni me he salido

del prado verde donde suelo andar…

¡Otra vez, como ayer, te he conocido

por la manera de partir el pan!



José María Pemán

domingo, 12 de mayo de 2013

¿Existe el mal?

Se trata de una cuestión enormemente trascendente para el hombre, con un fondo abismal capaz de rebasar las mayores capacidades del ser humano. La posible existencia del mal, sus orígenes, sus efectos y consecuencias en la sociedad, y por supuesto, la forma de combatirlo hasta erradicarlo si ello fuera posible. Esta es, quizá, de las mayores batallas metafísicas que lleva librando la humanidad desde la noche de los tiempos. Habrá quien afirme que comenzó con aquel lejano mordisco a la manzana y la posterior muerte de Abel.

El mal es una condición negativa relativa atribuida al ser humano que indica la ausencia de moral, bondad, caridad o afecto natural por su entorno y quienes le rodean. Actuar con maldad también implica contravenir deliberadamente los códigos de conducta, moral o comportamiento oficialmente correctos en un grupo social, usando la astucia. Desde el punto de vista del bien humano, es lo que no ha de existir. A pesar de eso, no hay parte de la vida humana en la que no se sienta su presencia y la discrepancia entre lo que es y lo que ha de ser. El sufrimiento humano y la maldad todavía aparecen como esencialmente opuestos al esquema general del desarrollo natural y son difícilmente reconciliables con cualquier idea o concepción de unidad o armonía en la naturaleza.

Podemos decir que al hombre afectan directamente dos naturalezas distintas de mal: el físico y el moral. El mal físico se refiere a todo aquello que causa daño al hombre, lesión corporal, frustración de sus deseos naturales, impedimento del pleno desarrollo de sus poderes, sea en el orden de la naturaleza, directamente, o a través de las variadas condiciones sociales, bajo las que la humanidad existe naturalmente. Males físicos directamente debidos a la naturaleza son: la enfermedad, un accidente, la muerte, etc. La pobreza, la opresión y algunas formas de enfermedad son casos de mal, que surgen de la imperfecta organización social. El padecimiento mental, como la ansiedad, la desilusión, el remordimiento y la limitación de la inteligencia, que impiden a los seres humanos alcanzar la total comprensión de su medio ambiente, son formas congénitas de mal, y cada una varía en carácter y grado, según la propia inclinación natural y las circunstancias sociales.


Por mal moral se entiende la desviación de la voluntad humana de las reglas del orden moral y la acción que resulta de esa desviación. Este es el mal que depende de nosotros, de nuestra conciencia, de nuestra libre elección, de nuestra entera voluntad. Este es el mal que podemos elegir, o no. Nace cuando usamos nuestra libertad no para hacer el bien, sino para buscar un fin egoísta que implica dañar a otros. Es la fuente de muchos dolores y angustias de la humanidad. Cuando procede exclusivamente de la ignorancia, puede no ser clasificada como mal moral, que está restringido propiamente a los actos de la voluntad, hacia los fines que la conciencia rechaza.


Nuestra naturaleza está determinada por contener la inclinación hacia el mal en nuestro interior. Las posibilidades del mal en nosotros existen pero pueden ser combatidas por el dominio de la voluntad, es decir, podemos elegir libremente hacer el mal o no, hacer el bien o no, podemos elegir dejarnos dominar por el mal y vivir a su servicio. Por tanto, se puede concluir que el mal existe y existe dentro de cada uno de nosotros. Podemos ser capaces de lo mejor y de lo peor porque potencialmente estamos diseñados para ello, para cualquiera de las dos elecciones. Pero el resultado final vendrá determinado únicamente por nuestra libertad a la hora de decidir voluntariamente qué camino tomar en cada ocasión. Todos tenemos un lado oscuro más o menos oculto, pero nos cuesta mucho aceptarlo porque a nadie le gusta pensar que es malo por naturaleza. Todos rechazamos esa idea.



¿Y por qué existe el mal?

Una primera aproximación, suficientemente razonable, puede ser que existe para que necesariamente exista el bien. Porque el mal es un estado de ausencia del bien lo mismo que la oscuridad es la ausencia de luz o el frío la ausencia de calor. Si no existiera el mal no sabríamos darnos cuenta de la presencia del bien. Sin embargo, sigue siendo demasiado caro y trágico que el mal se manifieste en el sufrimiento de algunos para que otros sepan apreciar lo contrario, es decir, el bien. A veces, a lo largo de la historia, ha sido desmedido el mal causado por el hombre para hacer ver a otros el valor del bien. Por tanto, el mal que puebla la Tierra, existe porque el hombre lo elige para que habite entre nosotros. Es libre elección nuestra. Pero también podemos elegir el bien con la misma voluntad con la que elegimos el mal. Si queremos el bien, tenemos que hacerlo libremente, eligiendo libremente. Porque si el soplo de Dios nos otorgó libre albedrío, es fácil pensar que Dios no nos fuerza a elegir el bien. Al contrario, quiere nuestra elección libre. ¿De qué le serviría una elección forzada u obligada?

Dios creó al hombre libre, es decir, con el poder de decidir lo que hacemos, con el poder de hacer el bien o hacer el mal. Precisamente porque nos creó con un alma, nos da la libertad de hacer el bien o el mal. Tan grande es su amor que no interrumpe nuestra libertad. Quiere que nuestras buenas acciones y nuestro amor sean puros, auténticos y reales, y que vengan de nosotros mismos libremente. Esa libertad es la que determina el mal que depende de cada uno: el mal moral. Ya se ha visto que con él podemos causar daño a otros. Pero Dios, no lo impide, pues, de lo contrario, tendría que quitarnos la libertad.


Sin embargo, es muy alto el riesgo que nace de esa libertad, pues permite que puedan surgir a lo largo de la historia hombres como Hitler, Stalin o Mao. Pero no hemos de olvidar que esa misma libertad es la que hace que pueda existir también un Francisco de Asís, una Madre Teresa de Calcuta y un Papa Juan Pablo II. A cada uno le toca decidir de qué lado se va a colocar en la historia de la lucha entre el bien y el mal. Desde que Cristo vino al mundo, la opción por el bien es posible para todos: sólo tenemos que seguir su ejemplo de amor redentor.

Si queremos luchar contra el mal del mundo, debemos comenzar por nosotros mismos, por nuestro propio mal, el que afecta a cada uno en su interior. Sólo nosotros somos los responsables de combatirlo en este mundo, y lo haremos contraponiéndole el bien. Cristo, con su amor a nosotros hasta la muerte en la cruz, nos muestra que el sufrimiento es inevitable en esta vida, pero que puede ser una cosa buena, y hasta causa de redención eterna. Si queremos el bien, tenemos que hacerlo libremente, eligiendo esa opción por nuestra voluntad.



jueves, 2 de mayo de 2013

Gutierre de Cetina

Gutierre de Cetina fue un poeta español del Renacimiento y del Siglo de Oro español. Nacido en Sevilla en el año de 1520, en el seno de una familia noble y acomodada, vivió un largo tiempo en Italia, en donde fue soldado a las órdenes de Carlos I. En ese país entró en contacto con la lírica petrarquista que tanto habría de influir en él. Pasó mucho tiempo en la corte del príncipe de Ascoli, al que dedicó numerosos poemas, y frecuentó también a Luis de Leyva y al insigne humanista y poeta Diego Hurtado de Mendoza. Adoptó el sobrenombre pastoril de Vandalio y compuso un cancionero petrarquista a una hermosa mujer llamada Laura Gonzaga. A tal dama está dedicado el famoso madrigal que ha pasado a todas las antologías de la poesía en castellano.

En 1554 volvió Cetina a España y en 1556 marchó a México, donde ya había estado entre 1546 y 1548, con su tío Gonzalo López, que se dirigía allí como contador general. Allí se enamoró otra vez de una tal Leonor de Osma, y bajo su ventana fue herido de muerte en 1557 por un rival celoso, Hernando de Nava, en Puebla de los Ángeles.

He aquí una muestra de su obra en su célebre madrigal:


Ojos claros, serenos…

Ojos claros, serenos,

si de un dulce mirar sois alabados,

¿por qué si me miráis, miráis airados?

Si cuanto más piadosos,

más bellos parecéis a aquel que os mira,

no me miréis con ira,

porque no parezcáis menos hermosos.

¡Ay tormentos rabiosos!

Ojos claros, serenos,

ya que así me miráis, miradme al menos.

Gutierre de Cetina


martes, 23 de abril de 2013

Microrrelatos (10): Lo que no se sabe

Leía cualquier cosa que llegaba a sus manos. Aquel apetito voraz por las letras le dominaba a todas horas. Sólo quería desmenuzar, comprender y asumir el significado de los acontecimientos mundanos y sucesos de cada día. Y es que en su tiempo era mucho lo que se podía y debía saber para ser pieza válida en los engranajes de la maquinaria del mundo que le circundaba. No podía permitirse quedarse atrás. Para sentir que estaba vivo procuraba no dejar nada fuera de su entendimiento. Su mente siempre estaba abierta a cualquier referencia o noticia por minúscula e insignificante que fuera. Así vivía. Sin embargo, con todo, no era esa su obsesión. Lo que verdaderamente le volvía loco de preocupación era lo que no se sabía, lo que nunca nadie sabría, por oculto o inalcanzable.


jueves, 18 de abril de 2013

José de Valdivielso

José de Valdivielso fue un poeta y autor dramático barroco perteneciente al Siglo de Oro español. Nacido en Toledo en el año de 1565, fue sacerdote y capellán de grandes personajes toledanos, como el arzobispo Bernardo Sandoval y Rojas o el cardenal infante don Fernando de Austria. Tuvo a su cargo asimismo el rito mozárabe en la catedral primada de Toledo. Fue protegido por Felipe III, quien alentó la preparación de algunas de sus obras. En 1609 se trasladó a Madrid, donde fue censor de libros. Fue un gran amigo de Miguel de Cervantes y sobre todo de Lope de Vega, a quien asistió a la hora de la muerte, según la Fama póstuma de Juan Pérez de Montalbán. Falleció en Madrid en 1638.



Dejamos una muestra de su obra en este hermoso soneto:




De un pecador arrepentido

Cobarde llego a vuestra real presencia,

aunque culpados dicen que acaricia,

temblando, ¡ay, Dios!, si la he de hallar propicia

por ser envejecida mi dolencia.


Llego, viéndoos con brazos de clemencia,

temo, viéndoos con vara de justicia,

huyo de vos a vos en mi malicia

y apelo a vos de vos de la sentencia.


Para que me convierta, convertidme;

porque no huya, a vuestros pies clavadme,

y pues herido estáis, Señor, heridme.


Oveja vuestra soy, pastor, buscadme;

pródigo vuelvo, Padre, recibidme;

y pues que sois Jesús, ¡Jesús, salvadme!