Acaba de salir al mercado y la he terminado de leer hace muy pocos
días. Sólo el título y su portada son suficientemente sugerentes y atractivos
como para prestarle la merecida atención y darse cuenta de inmediato de que el
contenido es verdaderamente original y cautivador.
Marian Izaguirre, bilbaína de nacimiento, nos propone una novela
que se desarrolla en el Madrid de la posguerra, recién comenzada la década de
los 50. Los principales personajes son, por un lado, Lola y Matías, y por otro,
Alice. Dos mujeres que se conocen reuniendo con su amistad mundos tan distantes
como dispares, y un hombre que permanece al margen de ello. Una librería
encantadora, acogedora, cuartel de supervivencia; y también una historia
increíble contada en renglones escritos por alguien con alma y sentido. Con una
gran dosis de genialidad, Izaguirre trata de conjugar y hacer convivir en un
mismo volumen dos tiempos narrativos distintos y verdaderos, separados en el tiempo
y el espacio, entre Madrid, París y Londres. Es un relato de la difícil y dura
vida que les tocaba a algunos en aquella época mientras trataban de sobrevivir
asidos a la amistad, la esperanza, el esfuerzo y la paciencia. Hay lugar para
el amor, para el encuentro entre unos y otros, y también para la pérdida
irremediable.
Nos
encontramos ante un libro que se lee con sorprendente facilidad una vez nos
atrapa el carácter de sus protagonistas capaces de despertar la curiosidad y la
comodidad del lector mientras pasa las páginas. Y por si fuera poco, además,
podremos encontrar frases lapidarias que invitan a la seria y profunda
reflexión. Es una sencilla y hermosa novela sobre la vida misma en tiempos
pasados, quizá no tan pasados, -todo termina repitiéndose alguna vez- que se
lee con mucha avidez y que deja un agradable regusto a cálida añoranza.
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