Salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres,
Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida por Madre de Dios y
preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción:
así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que por la
gracia de Dios has sido elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo
ha formado con su sangre.
Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios,
no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y
provecho de todo el género humano. Acordaos que jamás se ha oído decir que uno
solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro,
haya sido desamparado. No me dejéis, pues, a mí tampoco, porque si me dejáis me
perderé; que yo tampoco quiero dejaros a vos, antes bien, cada día quiero
crecer más en vuestra verdadera devoción. Amén.
María Stma. de la Concepción en su anual besamano. Archicofradía de Jesús Nazareno. (Sevilla). |
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