martes, 1 de mayo de 2012

El fin de la crisis podría comenzar hoy

Estornudaron con fuerza en EE.UU. y nos diagnosticaron pulmonía en Europa. Eso fue lo que se dijo en un principio. Los expertos vaticinaban entonces una larga dependencia de la recuperación que experimentaran al otro lado del océano. Sin embargo, el transcurrir de meses y años ha disipado las dudas que hubiera en relación a que nuestras dolencias también eran fruto de los malos hábitos de vida que veníamos acostumbrando desde muchos años atrás. Si no, ¿cómo podríamos explicar que en América se hable hace meses de esa recuperación y aquí, lejos de plantearnos aún ese término, andamos todavía discutiendo cuáles deben ser los fármacos adecuados para tratar al paciente? Evidentemente habrá que decidir nuevas medidas y formas de gobernar, administrar e invertir, nadie lo discutirá a estas alturas. Pero todo ese recetario también habrá de ser acompañado de una buena dosis de cambio en la actitud, en la mentalidad de la población. Tengo serias dudas de cuál de los conjuntos de soluciones planteadas podrá ser más resolutivo y eficaz, pero sí tengo claro que el último es más fácil y veloz de poner en marcha porque es una cuestión personal que nos concierne a cada uno de nosotros, y desde luego debería suponer un más que deseable punto de partida sobre el que iniciar nuestra recuperación aunque sólo estuviese vigente en nuestras mentes. Pero es tan cierto eso de que todo lo que existe en el mundo ha existido previamente en la imaginación de un ser humano, que vale la pena pensar que es posible conseguirlo si empezamos por ahí. Por eso estoy convencido de que hoy podría ser perfectamente posible el comienzo del fin de nuestra crisis, más allá de cifras aterradoras, tendencias, primas de riesgo, calificaciones y demás parámetros económicos que tanta desazón aportan al ciudadano de a pie. Por tanto, si queremos y si nos lo proponemos, debemos adoptar un necesario cambio de actitud y mentalidad. Que nos creamos que podemos y debemos salir de este atolladero en que nos vemos inmersos, es decir, que estamos capacitados y es nuestra obligación. Y cuanto antes mejor… para todos.


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