martes, 23 de abril de 2013

Microrrelatos (10): Lo que no se sabe

Leía cualquier cosa que llegaba a sus manos. Aquel apetito voraz por las letras le dominaba a todas horas. Sólo quería desmenuzar, comprender y asumir el significado de los acontecimientos mundanos y sucesos de cada día. Y es que en su tiempo era mucho lo que se podía y debía saber para ser pieza válida en los engranajes de la maquinaria del mundo que le circundaba. No podía permitirse quedarse atrás. Para sentir que estaba vivo procuraba no dejar nada fuera de su entendimiento. Su mente siempre estaba abierta a cualquier referencia o noticia por minúscula e insignificante que fuera. Así vivía. Sin embargo, con todo, no era esa su obsesión. Lo que verdaderamente le volvía loco de preocupación era lo que no se sabía, lo que nunca nadie sabría, por oculto o inalcanzable.


jueves, 18 de abril de 2013

José de Valdivielso

José de Valdivielso fue un poeta y autor dramático barroco perteneciente al Siglo de Oro español. Nacido en Toledo en el año de 1565, fue sacerdote y capellán de grandes personajes toledanos, como el arzobispo Bernardo Sandoval y Rojas o el cardenal infante don Fernando de Austria. Tuvo a su cargo asimismo el rito mozárabe en la catedral primada de Toledo. Fue protegido por Felipe III, quien alentó la preparación de algunas de sus obras. En 1609 se trasladó a Madrid, donde fue censor de libros. Fue un gran amigo de Miguel de Cervantes y sobre todo de Lope de Vega, a quien asistió a la hora de la muerte, según la Fama póstuma de Juan Pérez de Montalbán. Falleció en Madrid en 1638.



Dejamos una muestra de su obra en este hermoso soneto:




De un pecador arrepentido

Cobarde llego a vuestra real presencia,

aunque culpados dicen que acaricia,

temblando, ¡ay, Dios!, si la he de hallar propicia

por ser envejecida mi dolencia.


Llego, viéndoos con brazos de clemencia,

temo, viéndoos con vara de justicia,

huyo de vos a vos en mi malicia

y apelo a vos de vos de la sentencia.


Para que me convierta, convertidme;

porque no huya, a vuestros pies clavadme,

y pues herido estáis, Señor, heridme.


Oveja vuestra soy, pastor, buscadme;

pródigo vuelvo, Padre, recibidme;

y pues que sois Jesús, ¡Jesús, salvadme!

viernes, 5 de abril de 2013

¿Hacia 1789?

A lo largo de cualquiera de estas últimas semanas da tiempo a escuchar tertulias y entrevistas en la televisión o la radio, ver los telediarios de la mañana, del mediodía o de la noche, echar un vistazo a los comentarios de tus contactos en las redes sociales, revisar la prensa ya sea en formato tradicional de papel o a través de internet y, por supuesto, intercambiar opiniones y pareceres con las personas de tu entorno más próximo. Vayas a donde vayas y lo hagas como lo hagas, encuentras siempre los mismos lamentables y escandalosos asuntos de más llamativa actualidad. Entonces te das cuenta de que es para echarse a temblar a poco que se detenga uno a analizar la naturaleza de los acontecimientos.

A estas alturas, la reina de la fiesta es la grave crisis económica por la que atravesamos. Ya se puede decir, sin miedo a equivocarnos, que afecta a la inmensa mayoría de los españoles. Y a nadie se le pasa por alto el enorme descontento social reinante determinado por la ineficaz y poco representativa clase política que nos gobierna-miente-mangonea sumado a la muy desagradable sensación de que no se quiere o no se puede dar con una solución que suene convincente aumentando con ello la desconfianza y desesperación de las clases más bajas que son, para más inri, las que están pagando y soportando el mayor esfuerzo social para intentar que las cifras macroeconómicas se recuperen lo antes posible.

De la mano de la crisis nos llega el paro feroz que está dinamitando y erosionando a los jóvenes en edad de ofrecer sus capacidades laborales. Estamos perdiendo a marcha forzada los valiosos recursos humanos destinados para el progreso social necesario en un mundo que no se detiene por nada ni por nadie, con lo cual, una vez más, perderemos puestos en la eterna lista de países vanguardistas de la que nunca dejaremos de ser simples aspirantes a aparecer entre los 50 primeros. Pero lo peor no es eso, sino la semilla de desesperanza, falta de autoestima y pesimismo que se está sembrando en tantas generaciones suficientemente preparadas e ilusionadas para dar lo mejor en aras del desarrollo de su país, que dará sus indeseados frutos durante las próximas décadas.

Tampoco es menos importante la alarmante crisis de valores que padecemos desde hace muchos años. Estamos presenciando anonadados una tremenda transformación de la sociedad determinada por la caída de antiguos valores y la rápida ascensión de otros que no hacen sino empobrecer y vulgarizar nuestro lenguaje, nuestra cultura, nuestra educación, especialmente en la vulnerable juventud, socavando con ello las relaciones entre las distintas capas sociales, entre los estratos marcados por la diferencia de edad o aquellos de distinta identidad cultural y religiosa. Es deplorable que en un programa de televisión se diga en directo que es mejor no hablar de la cultura porque si no, pasa lo que pasa. ¿Y qué es lo que pasa? Que no está bien visto tener cultura, saber cosas, que uno queda mal como se salga del guión borreguil previsto de antemano por unos poquitos desalmados que manejan los hilos a su despreciable antojo.

Asistimos perplejos al declive de la monarquía noticia tras noticia referida a Iñaki Urdangarín y la reciente implicación de su esposa la Infanta Cristina en sus más que sospechosos negocios; los favores y desfavores de la tal princesa Corina, las desafortunadas cacerías del rey y hasta los dineros ocultos del difunto Don Juan. Si a todo esto le unimos la, cada vez, menor aceptación social, la erosión popular paulatina favorecida en gran parte por la propia actitud que han mantenido el Príncipe y las Infantas en sus respectivos noviazgos y matrimonios; el inevitable alejamiento de los años de la transición en la que fue institución clave y determinante para la necesaria estabilidad nacional de donde deriva una nueva perspectiva social que esta pidiendo a gritos una inexcusable revisión de su modelo y validez, lo cierto es que el panorama no es nada halagüeño para la Casa Real y nunca antes, ella misma, había hecho tanto por el regreso de la República.

Podemos continuar observando la creciente proliferación de las más o menos justificadas revueltas sociales –léase 15M, 25S…- lideradas por las diversas Adas Colaus de turno, antisistemas varios e izquierdas radicales seudoterroristas. Se podrá estar de acuerdo o no, pero el hecho es que existen y que están ahí, a pie de calle, enarbolando su respetable forma de pensar y su actitud ante una situación general que no es del agrado de muchos ciudadanos. Asistimos asombrados a la aparición en escena del concepto escrache, también conocido como linchamiento. Esta feroz persecución personal a domicilio, con grave peligro de la integridad física, es una nueva estrategia intimidatoria nada recomendable que, como mínimo, nos hace recordar atrocidades de tiempos pasados no tan lejanos y quizá no tan solucionados para satisfacción de muy pocos insensatos.

En definitiva, no hace falta estudiar ni leer mucho para darse cuenta de que existen en la actualidad enormes desequilibrios sociales que se han ido acentuando, para desgracia de tantos, con el paso de los últimos decenios. Son muy urgentes repartos más equitativos. No sirven de nada las diferencias tan abismales entre unos y otros. A la larga todos salimos perdiendo. No podemos negar que existe la sensación, cada vez mayor, de que el modelo socioeconómico imperante y el sistema capitalista establecidos desde principios del XIX se están agotando y que se hace imprescindible una muy necesaria y minuciosa revisión. ¿Puede ser que la sociedad esté despertando de su letargo? ¿Puede ser que ya esté surgiendo silenciosa y progresivamente un nuevo modelo acompañado de, hasta no se sabe cuándo y dónde, terror e imposición violenta por parte de una enorme clase trabajadora hastiada, desamparada y con muy poco que perder ya? ¿O es sólo un espejismo pasajero que irá despareciendo poco a poco cual castillo de humo?

En cualquier caso, sea como sea, estamos viviendo y sufriendo un inquietante retroceso económico, cultural y social en nuestras propias carnes que tendrá sus devastadores efectos y secuelas durante más años de los que los autorizados adivinos televisivos vaticinan. Es una clara involución del país de la que tardaremos mucho en recuperarnos, y una clara vuelta atrás de todo lo conseguido con tanto esfuerzo desde 1975. Dicen que la ignorancia y la falta de memoria conducen al hombre por caminos que le hacen caer de nuevo en los errores del pasado. Ojalá no estemos dirigiendo nuestros pasos hacia un nuevo 1789 francés en el que el terror y la sinrazón campaban a sus anchas sin dejar títere con cabeza en la plaza de la Concordia. Pero, claro, esto último apenas aparece ya en los libros de texto de hoy.


La libertad guiando al pueblo. (E. Delacroix)


jueves, 28 de marzo de 2013

El Calvario

El Cristo del Calvario ha llegado hasta nuestro lado trayendo sosiego, paz, silencio, intimidad y mucha ternura que es probablemente el sentimiento más conmovedor que me inspira esta dulce figura de Cristo muerto en la Cruz. Es la tercera vez que lo veo en su estación de penitencia anual acompañado de sus hermanos revestidos en negro ruán, pero ya lo he admirado otras veces en su parroquia. Y cada vez me cautiva con mayor fuerza, hasta el punto de que es uno de mis crucificados predilectos de Sevilla. Y tan sólo me estoy refiriendo a la talla en la cruz. ¿Qué decir de ese soberbio paso que lo lleva por los oscuros caminos de la Madrugada? Caoba, plata, lirios, claveles rojos y cuatro hachones conforman el majestuoso conjunto que yace bajo sus pies para que la punzante y fría piel de la ciudad no le haga daño al pasearse en la madrugada del Viernes Santo. Es un Cristo muerto, pálido, agotado. Ya no tiene fuerzas ni para hablar con el Padre aunque ya está junto a Él en el paraíso. Hasta parece estar dormido por el cansancio después de recorrer las calles casi desnudo y clavado en el madero. Es eso, se ha quedado dormido. De repente se oye la algazara de los inquietos vencejos y las revoltosas golondrinas que, como aviso de la mañana que se avecina, van despertando y saliendo al encuentro de este Jesús del Calvario para hacerle el camino menos pesado. También ellas ponen su nota emotiva: se dice que fueron las que sacaron delicadamente las espinas de las sagradas sienes de Nuestro Señor Jesucristo. Y si te fijas, parece como si ahora lo volviesen a hacer. Por eso no pueden faltar cuando, clareando el día, la cofradía se acerca a su iglesia de Santa María Magdalena.

Vuelve presto a su templo. No quiere detenerse más. No queda tiempo. Habrá que esperar al próximo Viernes Santo. Ya está dentro de la iglesia. Ha entrado con la suavidad y el mismo cuidado con que lo han portado desde que salieron. Ahora descansará en paz.

Escrito en la primavera de 1996.

Santísimo Cristo del Calvario, Hermandad del Calvario, (Sevilla)

sábado, 23 de marzo de 2013

El cortejo litúrgico tras el palio de María Stma. de la Concepción

Habría que retroceder en el tiempo, al menos, hasta el siglo XVI para poder hallar el origen que tuvo la presencia del clero, a través del Preste, en las procesiones de Semana Santa, contrastando con la actualidad en que ha quedado reducida prácticamente al Director Espiritual de la Hermandad que puede aparecer o no, acompañando a la presidencia de la cofradía con o sin rostro descubierto.

Para entender las raíces debemos tener en cuenta que la participación del clero era muy regular entonces puesto que las Hermandades, en su mayoría, residían en templos conventuales y no tanto parroquiales, con lo cual las órdenes o congregaciones religiosas aparecían representadas generosamente en la procesión. Unos años después, entrado ya el siglo XVII, la Cruz de la parroquia también se incorpora bajo mandato de la autoridad eclesiástica en la persona de D. Luis Fernández de Córdoba, a la sazón Arzobispo de Sevilla, siendo portada por el clero parroquial en representación de la parroquia a la que perteneciese la corporación.

Transcurridos los siglos y ya en la segunda mitad del XX, nos encontramos con un panorama general muy distinto en la ciudad de Sevilla. Las cofradías se han masificado hasta el punto de aglutinar verdaderas muchedumbres alrededor de los pasos y además, tras el Concilio Vaticano II la figura del Preste, considerada anacrónica, empieza a ser suprimida. Aquella que tanta importancia tuvo en siglos pasados, porque conviene recordar que la verdadera presidencia humana de la comitiva aparecía en el lugar de cierre de la misma, detrás del último paso, y correspondía al sacerdote, solemnemente revestido de capa pluvial y acompañado de sacristanes con sotana y sobrepelliz portando hachas de cera.




Cuando la estética barroca de los palios creció en detalles sublimes hasta cotas insospechadas, se generó una concentración humana alrededor de ellos que convirtió su estación de penitencia en una de las más duras, viéndose acosado entre el manto de la Virgen, la banda de música, el aguaó, la caña con el apagavelas, la escalera, el carrito, el policía, las promesas, etc.. Todo ello dio pie a que, renunciando a tal calvario, al principio cobrara estipendio por su servicio para, finalmente, desaparecer. Sin embargo, no es difícil observar que, aún hoy, algunas cofradías conservan la vieja estampa del Preste precedido por un cortejo litúrgico ceroferario, más o menos nutrido, cerrando filas detrás del último paso.

En la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla el cortejo litúrgico sigue conservándose y cumple todavía su función original. Hace su visita anual a la Santa Iglesia Catedral, como se puede pensar, tras el palio de María Santísima de la Concepción. En su “Historia crítica y descriptiva de las Cofradías de penitencia, sangre y luz fundadas en la ciudad de Sevilla” publicado en 1852, tenemos noticia, a través del historiador Félix González de León, de que ya en el primer tercio del siglo XVII en la Hermandad del Silencio, “…el clero parroquial cerraba la procesión, que nunca llevó tropa, tambores ni música.” En la actualidad, se abre con dos servidores en traje de librea de terciopelo morado oscuro seguidos de una pareja de ciriales gobernados por un pertiguero. A continuación siguen dos filas de hermanos portando cirios blancos y vestidos con sotana negra y sobrepelliz blanca haciendo las veces de aquellos sacristanes de siglos pasados. El número de parejas suele variar entre 5 y 10. Cierra el séquito el sacerdote con capa pluvial escarlata flanqueado de cuatro minoristas con dalmática del mismo color y tras ellos dos servidores más de librea igual que los primeros. Todo el cortejo se halla bajo el control y observación del correspondiente diputado canastilla, el cual está encargado de velar por el normal discurrir de esta parte de la cofradía y de que el horario establecido desde el Consejo Superior se cumpla rigurosamente, ya que es precisamente el cortejo litúrgico el que marca el tiempo de paso de la Hermandad en cada punto de control a lo largo de la carrera oficial. Este es un tramo muy particular pues tiene el privilegio de contemplar durante todo el recorrido el palio desde su parte posterior. Son especialmente sobrecogedores los momentos que transcurren en la Iglesia de San Antonio Abad cuando el diputado ordena a los componentes del séquito del Preste acceder a las naves de la misma a través del atrio y ver con sorpresa cómo hasta el último rincón está vacío de hermanos vestidos de ruán que minutos antes lo abarrotaban todo. Ya no hay murmullos, el silencio impregna solemnemente el aire, los nazarenos han terminado de salir del templo, se ha hecho la calma y sólo la luz titilante de la candelería del palio permite contemplar la escena íntima que se sucede: María Santísima de la Concepción aguarda serena y augusta, a su humilde guardia de respeto y avanza poco a poco por la capilla de Jesús Nazareno hasta alcanzar el dintel de la puerta para salir un año más a la calle.

A pesar de lo que se ha descrito anteriormente, podría pensarse que su labor primordial, sin que nadie la haya advertido nunca, es la de escoltar a la Virgen de forma que no quede sola al descubierto y desangelada, que no finalice la cofradía con su palio, que la procesión no se acabe con Ella sino con esta salvaguardia formada mayormente por niños. Es permitir que preceda al cortejo litúrgico dispensándole el mismo trato que se otorga a una hermosa dama cuando se le acompaña y se le deja pasar por delante en todo momento. Es como ir tras Ella en auxilio y consuelo de su honda pena, como si el alivio ofrecido por la conversación de San Juan no le bastase.

En Sevilla, son alrededor de veinte Hermandades las que aún salen a realizar su estación de penitencia cerrándose sus comitivas con el Preste. Sería deseable que pudieran seguir siendo fieles depositarias y conservadoras de esta costumbre que nos viene de tan lejos y que no se debería perder nunca.




viernes, 15 de marzo de 2013

Tiempo de pasión

Éstos que vives, no son días cualesquiera. Ya puedes percibir esa turbadora emoción una mañana al sentir la luz tibia posarse en tu rostro o por la tarde mientras te afanas escribiendo con calma bachiana tus próximos renglones. Echas la vista atrás y vuelve a parecerte mentira que haya transcurrido un año desde la última vez que te encontraste con Ellos a la vuelta de una esquina o al cruzar el umbral de un templo recóndito. Es cierto, ha transcurrido un año desde la última vez que sentiste el dulce aguijón que te delata como débil criatura mortal sabedora de su irremediable querencia por la extrema y delicada belleza como camino particular que le conduzca al ansiado encuentro con el Hijo de Dios y su Bendita Madre.

Y es que sin apenas darte tiempo a convocarlos, ves regresar prestos, tantos recuerdos imborrables y a tantas personas que tanto te acompañaron. Regresan tus primeras escuelas cofradieras onubenses que siempre acontecían de madrugada, porque sin saberlo ni proponerlo nunca, la madrugada siempre ha sido tu eterna compañera de penitencias.

Regresa a tu mente aquella vez asido de la mano protectora de tu padre viendo tan de cerca aquel magno palio que venía de lejos para visitar la casita donde vivían en paz unas monjitas piadosas de azúcar tostada y canela. Y con ellas había mucha luz de cera y alguien les cantaba saetas del más elocuente amor.

Regresa la memoria perenne de tu más querido tío de la vida, aquel buen amigo de quien tanto aprendiste en clave de sentimiento con la verdad más pura como emblema. Aquel para quien las lágrimas eran sencillas cuentas de plena felicidad, de la sabiduría más humana y del anhelo por la figura de María. Porque nunca has conocido a alguien como él. Nadie contó las cosas que ocurrían encima de un paso como él porque nadie decía ni entendía estas cosas como él.

Y, en fin, regresa tu primera vez revestido solemnemente con tu mortaja de ruán y esparto, prendidas para siempre cinco cruces potenzadas de gules en el corazón, orgulloso de poder ser devoto continuador del legado y la historia secular, fiel seguidor de quien abraza amorosamente su Cruz de plata y carey, honrado de poder acompañar a su Madre, pura e inmaculada. Con tantos hermanos del alma, tantas letras, tantos sentimientos, tanto incienso y tanto azahar.

Por todo ello y por mucho más, hoy mismo y en este lugar, sabes sin ningún temor a equivocarte, que por fin retorna poderoso el tiempo de la pasión, y tú regresas dichosamente, por el camino más corto, a tu pasión.