Con la
emotiva saeta a la Santa Cruz desde el balcón, empezaron a salir los
primeros nazarenos. Eran de color negro, muy altos y afilados, serios, de
mirada al frente, inmóviles -sólo con los movimientos necesarios y pausados-,
de aspecto estremecedor pero que sin embargo invitaba a un reconfortante
recogimiento interior. El paso del Señor representaba a Jesús abrazando la
Cruz al modo inverso a como lo hacen el resto de Nazarenos que salen en
procesión. La expresión de su semblante era la más amorosa y dulce, como si
quisiera decir: “Ven conmigo, acompáñame con tu cruz y llévala mansamente como yo hago,
sígueme y te aseguro que podrás ver el Reino de mi Padre por toda la eternidad.”
Ntro. Padre Jesús Nazareno. Hermandad del Silencio. Sevilla. |
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