domingo, 24 de junio de 2012

Traslado desde la Universidad hasta la Catedral

Mañana fresca y algo nubosa en Sevilla. Hay un ligero velo de niebla en el cielo. La luz despierta lentamente a la ciudad y sus tonos cenizos invaden los rincones, las calles y las cercanías de la vieja Fábrica de Tabacos, actual Rectorado de la Universidad. Este año se cumplen 500 desde que se fundara esta institución, y con tal motivo se celebrará misa solemne en la Santa Iglesia Catedral. La Hermandad de Los Estudiantes, tan íntimamente vinculada a la Hispalense, procede en la mañana de hoy al traslado de su Cristo para que presida dicha misa.

El séquito discurre silencioso, recogido, sencillo e íntimo. Hace su recorrido con cierta timidez y yo diría que hasta con algo de prudencia tratando de no molestar al resto del mundo. Preceden al Señor unas 40 parejas de cirios encendidos. Pocos somos los que hemos decidido levantarnos un poco antes de lo habitual para acompañar al Cristo de la Buena Muerte hasta el Magno Templo, y después acudir a nuestras obligaciones profesionales de cada día. Vale la pena hacer este alto en el camino rutinario de la vida y dejar que se embriaguen los sentidos con la presencia de Cristo dormido en la calle. Dormido, durmiendo el sueño de los justos...

Lo de esta mañana es de esos momentos exquisitos, deliciosos y tan escogidos, que en Sevilla se encuentran repartidos en el tiempo con cuentagotas. Ambiente cordial, amigos, hermanos, alumnos, profesores, hermanos en Cristo. ¡Silencio! que va durmiendo. Cada uno sabe cómo y dónde tiene que estar. Entre todos nosotros, el Señor. Entregando la dulzura de quien dio todo hasta el suspiro final, y la misericordia de quien se supo abandonado y humillado hasta la muerte. Porque este Cristo de la Buena Muerte, este Cristo de la Universidad y de los estudiantes es la ternura, el amor, el cariño, la clemencia, la compasión y tantas cosas buenas mezcladas que Juan de Mesa supo plasmar de forma sublime en la talla que labró en aquel bendito trozo de madera.

Lo de esta mañana es de esos ratos a solas con Dios paseando por la calle a temprana hora en que las cosas van más despacio y son más de verdad. Es de esas veces en que uno tiene el privilegio de ver cómo aumenta el convencimiento propio, si cabe, de la majestad, de la grandeza y verdad de Dios hecho Hombre, Cristo de la Buena Muerte. Y tú le cuentas lo que tu alma siente y lo que tu espíritu necesita. Y le miras a la cara y piensas que estarías toda la vida viéndole, abrazándole y acompañándolo para lograr entender mejor su mensaje. Le pides por la salud de los tuyos y te acuerdas de los que tanto te dieron y ya no están. Y entonces Él... te pregunta sereno cómo todavía los hombres no son capaces de creerle aun contemplando su Buena Muerte.

(Breve crónica del Solemne Traslado del Santísimo Cristo de la Buena Muerte -Hdad. de Los Estudiantes- el 24 de junio de 2005, desde la capilla de la Universidad hasta la Catedral con motivo del 500 aniversario de la fundación de la Hispalense.)






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