miércoles, 2 de febrero de 2011

Observaciones

Uno lleva muchos años creciendo y tratando de evolucionar que no involucionar. Uno ha aprendido en todos estos años muchas cosas que sus mayores le han ido enseñando con cuidado y afecto. Y al adquirir pleno uso de la razón es capaz de discernir todo aquello que es susceptible de ser tomado como principio irrefutable – indiscutible -, para formar parte de las columnas elementales en las que sustentar el resto del viaje por la vida. Creo que con ellos tenemos garantizada la brújula que nos guíe en la mayor parte de las ocasiones difíciles que se nos presenten. Y de entre esos principios conservo el de la comunicación sin fronteras íntimamente relacionado con el de la libertad de los individuos y colectivos que permite generar confianza y capacidad de desarrollo. Siempre quedó claro y transparente que la contraposición - la antítesis -, venía dada por la censura irracional, la prohibición a discreción y la imposición por la fuerza. No eran los caminos que al hombre hicieran prosperar, no eran los caminos de la libertad ni de la razón. Prohibir e imponer, aislar e incomunicar.

Detestable y espantoso resulta que bien entrado el siglo XXI aún haya quién intente prohibir, imponer, aislar e incomunicar a los hombres. Nunca trajeron nada bueno estos modos, siempre desgracia. Nunca fueron los caminos ni los principios que la historia ha enseñado a la humanidad para progresar. Nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario