domingo, 5 de septiembre de 2010

La gata de mi tío José Ramón Cantaliso

Mi tío José Ramón Cantaliso ha tenido que salir de viaje a Valparaíso para ver a unos amigos. Como Chile está tan lejos, el viaje va a tener una duración de un mes. Mi tío José Ramón Cantaliso tiene una gata blanca preciosa. La gata se llama Pizca. Mi madre no quería que Pizca se quedara sola en su casa de Sevilla. Por eso fue con mi hermana a buscar a Pizca y traerla fresquita a la playa de Punta Umbría.

Ahora la gata está aquí con nosotros y, aunque se ha llevado muchos días escondida porque no nos conocía bien y le resultábamos extraños, nuestras voces le empiezan a resultar familiares y ha tomado confianza porque se ha dado cuenta de que no representamos una amenaza para ella. Ha pasado de estar oculta bajo las mesas o los sillones, a pasear a sus anchas incluso por los tejados y a revolcarse por el sofá y dormir unas siestas a cualquier hora diurna que son la envidia de todos.

Quiero compartir con vosotros estas fotos que he tomado para que veáis cómo y cuál es el plan de Pizca. No se puede decir que se encuentre estresada o incómoda. A veces toma posturas casi imposibles que yo creo provienen de un estado de felicidad y despreocupación absolutas. Nunca había visto esto y la verdad es que me quedo perplejo de que ocurra así. Yo le digo que es la gata de menos vergüenza de la Tierra. Ella, naturalmente, ni me mira.







En fin, como quiera que sea, parece que ha encajado entre nosotros con mucha paciencia porque, como todos los gatos, es muy independiente y tiene las ideas muy claras de lo que quiere hacer en cada momento y como os he dicho, al principio no encontraba su lugar.

Como nos escribió mi tío José Ramón Cantaliso desde Valparaíso hace un par de días, va a costar que la gata salga y vuelva a Sevilla, tanto por ella como por nosotros. Pero ese día tendrá que llegar, todos lo sabemos. Hasta entonces pensamos disfrutar mucho de las cosas que se le ocurran a Pizca y procuraremos que se encuentre lo más confortable posible para que no eche mucho de menos a mi tío José Ramón Cantaliso.



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