Nunca jamás había existido semejante oscuridad. Antes de aquello era casi
una desconocida porque hasta en las noches cerradas y profundas, surgían antares,
sirios y aldebaranes henchidos de luz a raudales capaces de iluminar los más lejanos
rincones del universo conocido. Nada escapaba al enorme poder que su brillo
cegador poseía. Y sin embargo, por un breve instante que ni la blancura radiante
de ese tropel celestial hubiera podido sospechar, aquella augusta luminosidad
parpadeó y se hizo débil frente a la aterradora negrura que asomó de los
confines. Un humilde parpadeo que nada pudo alcanzar cuando oyó persuadido la
Voz aceptando abrumado su imposible existencia.
sábado, 17 de octubre de 2020
Microrrelatos (21): Como un parpadeo
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