viernes, 3 de abril de 2020

La vida en el alma

Dijeron que lo mejor era no abrir las puertas del corazón ese año. Recomendaron encarecidamente que cada uno recogiera en silencio las velas del sentimiento porque el viento de los mejores recuerdos no soplaría en aquella ocasión. Pero se olvidaron a conciencia de que nadie puede esconder en un cofre la sonrisa de la primavera como si un gorrión cautivo fuera. Se olvidaron de que no es posible prohibir lo que se guarda a fuego oculto en el alma: la vida. La vida misma que desde el primer día configura y da forma a la existencia de quienes detienen sus pasos si escuchan los sones de la tarde dorada, la vida de quienes fijan la mirada cuando pasa ante ellos una ráfaga de incienso ceñida al ruán y el esparto de las horas señaladas.

Aunque las calles permanezcan vacías de humanidad encendida en melodías, fragancias, estampas y acordes; aunque no veas, no escuches, no huelas ni pruebes la dulzura que con lealtad trae el crisol de las emociones más antiguas que custodias sellando tu mejor identidad, todo lo que conoces volverá a ocurrir en tu memoria de plata, cada una de las escenas que atesoras volverá a cobrar aliento en las calles de tus mayores al amparo de aquellas hermosas palabras que tanto te enseñaron. Nada te turbe, nada te espante, mantén la calma, cada día y cada hora tendrán un nuevo sentido si, como siempre has procurado, sigues guardando la vida en el alma.  


1 comentario:

  1. Excelsa manifestación de unos sentimientos puros de corazón y alma que se cobijan en los añejos recuerdos almacenados a lo largo de tantas experiencias vividas cada Semana Santa.

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