viernes, 28 de abril de 2017

Jardín de lectura

Tener al alcance de la mano un espacio ajardinado con caminos de albero delimitando parterres ocupados por esbeltas araucarias, palmeras, naranjos, costillas de Adán y dragos, no es cualquier cosa. De hecho, es un verdadero privilegio.


Un lugar relativamente apartado del mundanal ruido, circundado por llamativos pabellones de estilo británico-colonial revestidos de almagre y blanco, en el que cada mañana se dan cita el calor tibio del sol, la sombra de los árboles, la frescura del aire, el vuelo de los gorriones, las urracas y las palomas, y el sonido cuasi hipnótico y relajante del agua manando incansable de la centenaria fuente de los tritones, no puede ser sino un sitio perfecto para disfrutar con los sentidos y el alma. Incluso invita a llevar consigo algo de lectura reposada para complacer alguna que otra demanda intelectual con la que aprender tierras nuevas.



Allí se halla también la mirada serena y observadora de Inca Garcilaso de la Vega mientras Platero –pequeño, suave y peludo- juega con trotecillo alegre, suelto en el prado. Yo creo que apreciar y disfrutar de estas afortunadas pequeñeces es lo que constituye la vida, la verdadera vida. 


1 comentario:

  1. Afortunado tú qué sabes apreciar y valorar estas cosas sencillas de la vida. Disfruta mientras puedas. Besos

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