viernes, 28 de abril de 2017

Jardín de lectura

Tener al alcance de la mano un espacio ajardinado con caminos de albero delimitando parterres ocupados por esbeltas araucarias, palmeras, naranjos, costillas de Adán y dragos, no es cualquier cosa. De hecho, es un verdadero privilegio.


Un lugar relativamente apartado del mundanal ruido, circundado por llamativos pabellones de estilo británico-colonial revestidos de almagre y blanco, en el que cada mañana se dan cita el calor tibio del sol, la sombra de los árboles, la frescura del aire, el vuelo de los gorriones, las urracas y las palomas, y el sonido cuasi hipnótico y relajante del agua manando incansable de la centenaria fuente de los tritones, no puede ser sino un sitio perfecto para disfrutar con los sentidos y el alma. Incluso invita a llevar consigo algo de lectura reposada para complacer alguna que otra demanda intelectual con la que aprender tierras nuevas.



Allí se halla también la mirada serena y observadora de Inca Garcilaso de la Vega mientras Platero –pequeño, suave y peludo- juega con trotecillo alegre, suelto en el prado. Yo creo que apreciar y disfrutar de estas afortunadas pequeñeces es lo que constituye la vida, la verdadera vida. 


viernes, 21 de abril de 2017

Microrrelatos (17): El regreso

Había estado escribiendo a lo largo de varios años con toda  la ilusión por aprender y hacer las cosas mejor que bien. Los artículos nacían casi sin pensarlos, uno detrás de otro. Pero un buen día se dio cuenta de que se había quedado sin palabras, acaso sin renglones que completar. Respiró hondo y contempló el vertiginoso mundo que le rodeaba y supo entender que sólo tenía brazos, manos y amor con los que sostener a quien más amaba, a quien más le necesitaba en aquella hora. No quedaban palabras por escribir. La tarea era otra, y él ya lo sabía.