Si partimos de la idea de que la Voluntad es la facultad que tiene el hombre para decidir y ordenar su propia conducta, pudiendo con ello realizar una
acción de forma consciente con la intención de obtener un determinado
resultado, es fácil suponer que siendo dueño de su voluntad también lo pueda
ser, en gran medida, del devenir de su vida ya que la voluntad es el motor de sus
actos. Dice un proverbio que Donde hay voluntad, hay un camino.
Cuando hay voluntad
podemos gobernar intencionadamente nuestros actos, decidir con libertad y optar por
un tipo de conducta determinado. Por tanto, la voluntad es
el poder de elección con ayuda de la conciencia.
Es uno
de los conceptos más difíciles y debatidos de la filosofía. La voluntad es
fundamental para el ser humano, pues lo dota de capacidad para llevar a cabo
acciones contrarias a las tendencias inmediatas del momento. Sin voluntad no se puede lograr objetivos
planeados.
Cuando actuamos nos orientamos por
todo aquello que aparece como la mejor opción, desde las actividades recreativas hasta el empeño
por mejorar en el trabajo, sacar adelante a la familia o ser productivos y
eficientes. La voluntad opera principalmente en dos sentidos:
- De manera espontánea, debido
a la motivación y el convencimiento de realizar ese algo, como salir a
pasear con alguien, iniciar una afición o pasatiempo, organizar una
reunión o asistir a un entrenamiento.
- De forma consciente, debido al esfuerzo u obligación de realizar determinadas cosas: terminar un informe a pesar del cansancio, estudiar una materia que no gusta o presenta dificultades, recoger las cosas que están fuera de su lugar, levantarse a pesar del sueño, etc. Todo esto representa un ejercicio de voluntad, porque se llega a la decisión de actuar contando con los posibles inconvenientes.
Otra
cuestión a tener presente es si se puede simultáneamente observar lo que se
desea hacer y además tener conocimiento de las razones por las que se elige
hacer eso en lugar de otra cosa. Las
interrogantes más profundas sobre la existencia humana giran a menudo alrededor
de las cuestiones que se refieren a la voluntad.
El aspecto que llama más la
atención es que seamos conscientes de realizar algo con intención a pesar de
las adversidades que vienen con la vida, de las dificultades presentes a
diario, de los contratiempos muy personales y los oscilantes estados de ánimo
de cada uno. La
voluntad se pone a prueba cada vez que debemos esforzarnos en realizar ciertas
tareas que no son tan apetentes, como terminar un trabajo a pesar del
cansancio, estudiar una materia que se nos hace difícil, arreglar la casa,
levantarnos temprano, etc.
En muchas ocasiones, algo que iniciamos con toda voluntad, al poco
tiempo -sea por dificultades o rutina- puede llegar a convertirse en un
verdadero reto. Llegados a este punto nos enfrentamos a la disyuntiva de abandonar
o continuar, y entonces vuelve a ponerse en juego nuestra voluntad para seguir.
La
voluntad interviene cuando realizamos una serie de acciones para conseguir una
meta, con representaciones en la mente sobre algo particular. Puede ser un
pensamiento abstracto, un elemento concreto, existente o incluso aparente. Por
alguna razón este pensamiento se vuelve valioso y es cuando se transforma en un
fin que alcanzar requiriendo un esfuerzo, consistencia, motivación y dedicación
para mantener dirigidas las acciones hacia el cumplimiento del objetivo.
La voluntad es el
motor de los demás valores, no sólo para adquirirlos sino para perfeccionarlos. Ningún valor puede cultivarse por sí solo si no hacemos un esfuerzo, pues todo
requiere pequeños y grandes sacrificios realizados con constancia.
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