Al amanecer del siguiente día, la ciudad inesperadamente, quedará envuelta por la nueva luz y el nuevo aire de la Pascua de Resurrección. Ya ha huido el dolor por los secretos caminos de la noche y un hálito de júbilo desbordado vibra por toda ella, llenándola de radiante alegría, en tanto se eleva a los cielos como musical oración esperanzada, el repique de sus campanas, y el corazón exclama en requiebro suspirante:
Pregón de pregones.
ResponderEliminarUn abrazo.
A.G.