Como cada 24 de junio, se celebra en el pueblo onubense de Alosno la festividad de su patrón San Juan Bautista. Junto con la Cruz de Mayo es la fiesta más importante del calendario anual. Y desde luego estos días en Alosno todo gira entorno a San Juan. Sólo hay que darse un paseo por el pueblo y contemplar el ambiente festivo y la presencia del santo en azulejos, fotos, carteles y colgaduras.
Anuncia la fiesta el pregonero en la Plaza de la Constitución el día 23 al anochecer.
Luego comienzan los festejos a partir de las cinco de la madrugada, con la llamada alborá en la que flauta y tamboril, junto con todos aquellos devotos que lo deseen, convocan a la puerta de sus domicilios a las personas del pueblo más destacadas por su relación con el patrón. Los vecinos reciben entonces a la comitiva y entre vivas al santo ofrecen aguaillos -bebida refrescante compuesta de agua con aguardiente y algo de azúcar- a los visitantes. De esta manera se quiere representar el despertar del pueblo y así se continúa hasta que llega la hora de salida de San Juan de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia cuya torre está engalanada con largas y vistosas colgaduras en rojo y blanco.
A las 10 de la mañana sale la procesión iniciando un recorrido que le llevará por las principales calles en donde será recibido con todo el fevor y la devoción. El paso del santo es llevado por hombres mediante diez maniguetas.
Frente a él realizan sus danzas particulares los cascabeleros, conjunto de 19 hombres vestidos con el traje típico. Guiados por la melodía inconfundible de flautas y tamboriles, los cascabeleros no paran de bailar en ningún momento dos de las diez mudanzas que se conocen- la primera y la folía- y más tarde el fandango parado. En estos bailes el juego de pies es muy importante y por eso llevan ajustados en los tobillos tiras de cuero con numerosos cascabeles que hacen sonar al compás del paso que se marque. Además llevan en las manos castañuelas aderezadas con madroños de los que cuelgan tiras blancas, rojas y amarillas que dan mucho colorido al conjunto. Danzas cuyo origen no se sabe con exactitud pero pudieran ser tartésicas.
La folía se baila en muy escogidos lugares del itinerario. Es la apoteosis de la danza y entonces el paso de San Juan es alzado por sus portadores y durante varios minutos aguantan así mientras que los cascabeleros alzan también sus brazos haciendo sonar vigorosamente las castañuelas y los cascabeles a la vez que avanzan hacia el paso y vuelven a retirarse, repitiendo varias veces este recorrido. Por último está el fandango parado que quiere recordar una lucha entre dos hombres por el amor de una mujer, pero después de medir sus fuerzas y su equilibrio se dan cuenta de que es mejor sellar la paz y acaban fundiéndose en un emocionante y conciliador abrazo.
Siendo una fiesta de marcada componente masculina -como la Cruz de mayo es de carácter femenino- la mujer también tiene su sitio y forma parte de la procesión ataviada con su traje típico llamado de jueves de comadre. Toda una joya artística.
Acompaña en la comitiva representación de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Alosno que aún no posee carta de filiación con la Matriz de Almonte.
A lo largo del recorrido es fácil encontrar colgaduras de los balcones con mantelerías y colchas de cortadillo y otros estilos de factura exquisita y laboriosa. Por supuesto no cesan las abundantes lluvias de pétalos rojos y blancos. También veremos cruces de forja colocadas en las fachadas. Ante ellas se arrodillan los cascabeleros lanzando vivas a su patrón.
Sobre las dos de la tarde hace su entrada en la parroquia toda la procesión. Entonces los corazones alosneros se desbordan y el paso de San Juan es devuelto a su templo inundado de pétalos de flores entre vivas, aclamaciones, folías, cascabeleros bailando casi sin fuerzas después de varias horas, y rostros emocionados que lo dicen todo a través de los ojos bañados de lágrimas reflejo de las alegrías y las penas del alma.
Inmediatamente se celebra misa de acción de gracias y a continuación los cascabeleros bailan por última vez el fandango parado frente a la estatua que homenajea a los hombres alosneros que han sido y serán cascabeleros danzantes en honor a su patrón.
Fiesta devocional muy peculiar y auténtica, arraigada en el tiempo. Conservada a través de los siglos en una comarca como la del Andévalo onubense ligada a la minería y mal comunicada históricamente lo que le ha permitido permanecer poco alterada con los años. Tanto que todavía se pueden ver las famosas esquinas de acero en la calle Real como nos recuerda el conocido fandango mil veces cantado.
Volveremos a la fiesta de San Juan Bautista de Alosno entre buena gastronomía y mejores amigos.
¡¡¡ Viva San Juan Bautista !!!