lunes, 28 de marzo de 2011

Os odiarán por causa de mi nombre

Nadie nos dijo nunca que cumplir con la tarea encomendada fuera a ser cosa sencilla. A lo largo de la historia ha habido épocas mejores y otras peores que no conviene recordar pero tampoco olvidar para que no se vuelvan a repetir. Este siglo XXI recién acabado de estrenar, fruto del XX en el que el hombre vivió las guerras más crueles y devastadoras, y en el que hubo de conocer las formas de destrucción más inimaginables, no iba a ser menos. En este siglo XXI que ha nacido con los ideales del progreso de la humanidad, del respeto por la paz y el medio ambiente, del bienestar para todos y cada uno de sus habitantes, de la convivencia pacífica de todas las naciones, de todas las ideologías, y de todas las razas, tampoco va a ser fácil cumplir con la tarea a pesar de todas las supuestas buenas intenciones mencionadas. Aún quedan restos de lo que vivimos en épocas pretéritas. La historia vuelve a repetirse. Y con el correr de los siglos volvemos a comprobar asombrados que seguir los pasos del Divino Maestro y poner en práctica sus principios con nuestro prójimo es tarea cuando menos arriesgada. Porque no todo el mundo puede llegar a comprender que en nombre de un Dios Todopoderoso que es amor y sólo amor, se pueda pretender un mundo mejor y más justo en el que sean desterrados de una vez por todas el hambre, la guerra, el odio, la miseria y tantas otras cosas horrendas que pueblan la faz de la Tierra. Y mucho menos si quien se comporta así está imbuido de la sinrazón, el fascismo o la intolerancia más rancias y deplorables. Es cierto que Él mismo nos lo anunció: Os odiarán por causa de mi nombre (Mc 13, 13), Si a mí me han perseguido a vosotros también os perseguirán (Jn 15, 20). Pero también nos dio la fuerza y el ánimo suficientes cuando dijo al Emperador Constantino “Bajo este signo (la Cruz) vencerás” y por si fuera poco también sabemos que Si Él que todo lo puede está con nosotros hasta el fin de los tiempos, ¿quién podrá estar en contra de nosotros? (Rom 8, 31-39). Por eso estamos seguros de sabernos en el lugar adecuado y de mantenernos y perseverar en nuestra tarea de amar al prójimo como Él nos amó, incluso a nuestros enemigos.         

3 comentarios:

  1. Querido amigo Luis;

    Tan sólo decirte que estoy de acuerdo con tus palabras. Recibe un fuerte abrazo que también quiero que transmitas a toda la familia.

    Alejandro

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  2. Mi querido Tanquan, que razon tienes.
    ¿No nos llegará la hora de entender y digerir aquellas intromisiones, que poco o nada sirven en pos de la imagen que tenemos del servicio y sacrificio por lo que creémos?
    Decididamente estamos en la diáspora del compromiso, y salvése quien pueda.

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  3. Querido Luis:
    "Volvereis a las catacumbas" nos dijeron.
    Yo quiero hacer una oración pidiéndole al Señor que me ayude a ser coherente con mi fe cristiana, aunque vaya contra corriente.

    Un fuerte abrazo para el que todos tenemos en la cabeza y que el Dulcísimo Nazareno le ayude a el y a su Familia.

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