sábado, 21 de diciembre de 2019

Feliz Navidad


Feliz Navidad.

Sí.

Feliz Navidad…

A todos.

A los que lo entendéis y a los que no.

A los que están aquí y a los que no.

A los que acaban de marcharse y a los que acaban de llegar.

A los que nunca se marcharon y a los que nunca pudieron venir.

Feliz Navidad a los que no lo pueden escuchar.

A los que no lo pueden ver ni tocar.

A los que les falta para comer y les sobra soledad.

A los que sufren el horror del egoísmo y la ignorancia de otros.

A los que tienden una mano y ayudan sin esperar nada a cambio.

A los que no pueden dar un abrazo por estar demasiado lejos.

Feliz Navidad porque es el momento de recordar en silencio a QUIEN nos dejó sus huellas, sus palabras y su Cruz como norte y guía en nuestro caminar. Porque en su nombre celebramos la Navidad.

Feliz Navidad a todos, Feliz Navidad.



domingo, 3 de noviembre de 2019

Una asignatura de empatía

Leo en un diario de tirada nacional la propuesta de implantar en los colegios una asignatura de empatía que contribuya a erradicar la lacra del acoso escolar que tanto daño está causando entre los más jóvenes. El grado de violencia y falta de respeto detectado en los centros educativos está alcanzando cotas espantosas e intolerables. Obviamente, la situación no invita a quedarse cruzado de brazos y dejar que la vida siga su curso sin más. No queda otro remedio que tomar cartas en el asunto y poner los medios que sean necesarios para solucionar ese problema. Como en otros casos, trabajar el asunto desde la raíz parecería lo más adecuado. A algún político se le ha ocurrido la feliz idea de incluir en los programas educativos una asignatura que enseñe a los niños empatía. Sin embargo, es posible que esté olvidando que existen valores humanos que deben traerse aprendidos de casa o, cuando menos, una importante base que posteriormente vaya arraigando en los demás ámbitos en los que la vida de la persona se desarrolle. Puestos a crear asignaturas estupendas, podríamos inventar también la de "No robar lo ajeno", "No pegar a nadie" y "Saludar, dar gracias, pedir perdón y despedirse", todas ellas materias que deberían recibirse en casa desde la cuna. Escribo en nombre de muchas generaciones que crecimos sin recibir ni una hora de clase de dicha asignatura ni otra similar y aún así aprendimos a ponernos en el lugar del otro. No todo era maravilloso en los colegios de entonces, de todo había, pero sí que recibimos en nuestras casas la imprescindible guía de la familia para hacer de nosotros las mejores personas posibles. No había necesidad de que nadie nos lo dijera en el colegio, bastante teníamos con aprender lengua, matemáticas, ciencias naturales, inglés, historia o dibujo. Lo natural.


lunes, 23 de septiembre de 2019

Atardeceres en la ría de Huelva


El verano que acaba de marcharse, nos ha obsequiado con unos majestuosos atardeceres desde un balcón privilegiado que mira a la ría del Odiel a su paso por Huelva. Se trata del nuevo paseo marítimo construido y estrenado hace muy poco por la Autoridad Portuaria de Huelva. Paseando a lo largo y ancho de este nuevo espacio que permite al ciudadano y al visitante acercarse un poco más hasta este lugar que ha estado esperando ser descubierto y apreciado durante décadas, hemos disfrutado de unas impresionantes puestas de sol que ahora compartimos en la colección de fotografías que ilustra este breve artículo. Al fondo siempre la isla de Bacuta Sur que forma parte de nuestro querido Paraje Natural Marismas del Odiel, junto al muelle de la Compañía, el viejo muelle de carga de mineral construido por la Río Tinto Company Limited en el último cuarto del siglo XIX, convertido desde hace algunos años en monumento visitable y atractivo turístico de la ciudad. 












domingo, 25 de agosto de 2019

Microrrelatos (20): Luz y verdad


De repente abres los ojos y regresas a tu dimensión espacio-temporal. Donde casi todo tiene forma y nada se puede dar por hecho. Vuelves a darte cuenta de que has estado hablando otra vez con el mismo hombre de siempre, sentados con calma frente a frente. Luz y verdad. Justo un día como el de hoy. Y tú sabes perfectamente que él lo ha escogido como lleva haciéndolo desde el primer día de tu existencia. El último resplandor de confianza cruza solemne el sentido hasta los dominios de tu corazón. El último apretón de manos se clava certero en tu memoria más secreta. Luz y verdad. Nada más.


domingo, 12 de mayo de 2019

Una colección y un cofre


Más allá de los sueños efímeros que habiten cada día la frágil conciencia, más allá de las desconocidas emociones que vengan a colmar los latidos del corazón, mucho más lejos de lo que señalen las mejor o peor intencionadas palabras nacidas de quienes, por más que lo intenten, nunca podrán pisar el mismo suelo que lo hacen otros zapatos, siempre existirá un inefable rincón de hermosura y sosiego para el ansiado reencuentro con uno mismo, con lo que hayas sido, lo que eres y lo que probablemente serás. Aquí, bajo la luz dorada del sur, encontrarás la verdad desnuda sin máscaras, tal como la buscas cada vez que al otro lado de sus arbóreas fronteras te zarandeen la alarmante deshumanización, el ruido insolente y las voces escupidas con vergonzosa impertinencia. Conoces este último edén desde hace varias soledades y has aprendido que recorrerlo despacio en todas sus direcciones te devuelve el equilibrio necesario para seguir caminando en la senda de los gigantes. Ya sabes que los renglones del libro que siempre te acompaña bajo el brazo son tus más fieles aliados para regresar a esa verdad vestida del silencio que tanto te enseña cuando despiertas una mañana y comprendes por fin que lo único que te queda es una vieja colección de fotos borrosas y un cofre de madera cargado de besos e ilusiones por estrenar.



domingo, 3 de febrero de 2019

Los silencios curativos del alma.

Se escapaba la mirada hacia el horizonte desnudo de pensamientos sobrantes, libre de incómodos prejuicios. Con el habla vacía y la palabra dormida, dejaba que los huecos de su mente viajaran errantes lo que quisiesen o necesitaran. Y en aquella hora, todo lo que podía escuchar era el inmenso eco de la sucesión de silencios que envolvía las caras y aristas de su existencia como unas manos guardianas acariciando la piel más delicada de la tierra. Aquel silencio nacido en las entrañas del universo acudiendo leal para poner en orden el bochornoso desorden de los días, para calmar los profundos alaridos de su trastienda, para serenar el grave tumulto de sus razones y desmanes. Fiel compañero y aliado en los peores trances que podía entregar el largo calendario de ausencias. Un silencio detrás de otro sujetándole, tal vez, en una abismal caída sin retorno, equilibrando por dentro y por fuera de sus muros, las obras y voluntades más naturales. Por eso regresaban al dintel de la conciencia, para rescatarle del aulladero, para redimirle de sus torpes errores, para curar los restos cansados del alma.