Apareció de la nada porque nadie lo había previsto, nadie lo había
considerado ni en los más alejados pensamientos, y sin embargo, aquella mañana
de cielo nublado ella se encontraba por fin ante la verja de su esmerado jardín. Mirarla
fija e incondicionalmente a los ojos, y pronunciar todas y cada una de las
palabras necesarias para que, si hubiera hecho falta, el universo entero
advirtiera sonrojado el inmenso sentido de aquella escena, no fueron suficientes
para que un mismo rayo de luz pudiera haber enhebrado amorosamente ambos
corazones. Nada de aquel esfuerzo fue bastante. Ella no tuvo el valor para cruzar la verja,
y a él casi le faltó el aire para seguir en pie cuando, apesadumbrado,
descubrió que les separaban épocas demasiado distantes.
Me encanta, es precioso.
ResponderEliminarGracias, querida.
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