Se
nos marchó la Semana Santa de este año 2018. Pasó por la ciudad dejando una inconfundible estela
de luz e incienso que nos colmó cariñosamente los sentidos como siempre ocurre en la solemne
conmemoración primaveral de Cristo nuestro Señor.
El
cronista compartió vísperas con los hermanos de la Misericordia en Huelva, en
la casa que le abrió generosamente sus puertas años atrás para que aprendiera a recorrer el
nuevo camino de su vida.
Posteriormente,
en Sevilla, la cofradía seria de las Penas de San Vicente le trajo emotivas memorias a su
paso. Aquella tarde, vio pasar rozando ante sus ojos el Traslado al Sepulcro
que más hiere la conciencia y el corazón entre los mortales, y allí mismo aparece
Santa Marta.
Junto
a las viejas murallas del Alcázar volvió a contemplar, como otros años, la eterna lección
universitaria de un dulce crucificado que, pareciendo dormido, se deja acunar por su Buena Muerte.
El
Miércoles por la mañana visitó en su magno templo los hermosos pasos de la Hermandad
de San Bernardo y a los pies del Cristo de la Salud recordó emocionado otros
tiempos que tanto le enseñaron.
Y
también volvió a recibir el privilegio de seguir a Jesús Nazareno en la
Santa Madrugada de Dios, llevando una escalera para ayudar a que nunca faltara
la humilde luz del paso y hacer llegar las oraciones por sus intenciones.
Al
siguiente día, cruzaron ante él la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad bajo palio de la cofradía
de la Carretería, la Soledad de San Buenaventura saliendo de la catedral, Jesús
de las Tres Caídas de San Isidoro, y también pudo acompañar en su recorrido el
portentoso misterio que representa el paso de la Sagrada Mortaja. Fue muy
solemne y hasta estremecedor. Todo empezó a terminarse cuando en el Arenal,
reposaba ante él, el Cachorro mirando al cielo de su Padre y posteriormente continuar hasta Triana.
Si
Dios quiere, regresará el año que viene a renovar las oraciones y los amores
que le inculcaron desde niño por el Señor y su bendita Madre, teniendo
presentes a los suyos que ya fueron llamados a su celestial presencia. Amén.
Laus Deo.
Laus Deo.
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