sábado, 31 de mayo de 2014

Microrrelatos (14): Ausencias

Al volver en sí una mañana tibia se dio cuenta de que aquel maravilloso tiempo para comunicarse tantas palabras estaba agotado. Había llegado el momento de cerrar capítulo como tantas veces antes había hecho en su vida. Ahora y para siempre, decenas de gratos recuerdos anidarían perennes en su cabeza. Después, alguien que le apreciaba le recordó sabiamente la hermosura de aquel rayo de luz que había estado iluminándole a lo largo de aquel camino. También sabía eso, y lo agradecía de veras. Sin embargo, lo que de verdad le pesaba en el alma eran las enormes ausencias recién estrenadas, una por cada tarde del último invierno. El crujido del paso del tiempo se convirtió en el mejor bálsamo. Y dicen que sus lágrimas interiores fueron fieles testigos. 


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