Lacra sobre la arena de mis horas ciegas,
tus graves pisadas y amarra poderosa
las manos entrelazadas en el puerto
íngrimo de mis obstinados recelos.
Déjame amar despacio tu largo descanso,
déjame encontrar allí eminente refugio
donde alumbrar con pocas estrofas
lo que desalmado el tiempo nos trajo.