La noche trágica se va
por los caminos del alba
sin volver la mirada.
El alma detenida
ante el espanto nacarado
pronuncia las viejas
palabras
y sigue despacio la
derrota.
De pronto, un cerrar de
ojos
que encoge la tristeza
y la vuelca y la funde
con la verdad y la
belleza,
como la misma muerte,
sin volver la cabeza.